En momentos como los que viven los países de crisis económica, social o política se recurre a todo, menos a lo más importante. Se busca la justicia de los hombres que brilla por su ausencia en un entorno de corrupción generalizado, pero no se busca la de Dios.
La historia Bíblica nos relata en el Nuevo Testamento, algo que desde el Antiguo se profetizó. Por supuesto hablamos de Cristo, y pensamos que el único que lo traicionó fue Judas Iscariote, pero la verdad es que lo seguimos dejando de lado para hacer lo malo.
Gobernantes que traicionan descaradamente a sus pueblos, a la gente que confió en sus propuestas y que como siempre son llenas de mentiras o metas inalcanzables. Entonces queda claro que no fue únicamente Judas el que traicionó.
Y si vamos a hablar de trasfondos bíblicos y más concretamente sobre la traición de la que fue objeto el Señor Jesús, no podemos quedarnos solamente con el protagonista de este repudiable acto
Aunque fue él quien propició el arresto, encarcelamiento y posterior muerte del Salvador, debemos tener en cuenta que el mismo Señor ya lo sabía. Era parte del plan, Jesús sabía a qué venía y con todo esto siguió adelante “¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.” (Mateo 26:14-16).
Esta fue apenas una muestra más de lo que es capaz el ser humano, totalmente proclive al pecado y en condiciones de hacer hasta lo más degradante. Pero el asunto no queda como decimos sólo en este hombre.
Todos, absolutamente todos los demás huyeron y dejaron sólo a Jesús. Era apenas natural que lo hicieran al ver retenido a su Maestro, y cómo todo el mundo se le iba encima. Eran tiempos de ocupación del imperio romano, pero los que más encarnizadamente se fueron contra Él, fueron los judíos, su pueblo.
Sólo unas horas más tarde encontramos una traición más a la confianza del Señor, y de parte de uno que dijo que bajo ninguna circunstancia lo negaría. Pedro, el único que quiso defenderlo de cientos de hombres con su espada.
Negar es también una forma de traición; no sólo se trataba de no entregarlo, sino de mantenerse como su aliado hasta el final. No obstante dijo que no lo conocía, que no era uno de sus discípulos.
Y esta forma de traición no se queda allí, ha seguido por algo más de dos mil años y está reseñada en las sagradas escrituras; es la misma que tal vez usted, yo y la mayoría de este mundo practica por ignorancia o por negligencia contra Cristo.
Luego de tener tanta información y por tantas vías se sigue negando a Jesús?. Habrá observado que nadie le pone a su hijo el nombre de Judas, pero con seguridad le queda a más de uno en este mundo. Traidor!!
REFLEXIÓN: Tarde o temprano estaremos delante del Señor y que sea al lado de Judas!
LA REFLEXION ES PARTE DE LA VIDA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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