Una de las formas de pecado más comunes en las personas y que se ha convertido en parte de sus vidas es la mentira. Se miente porque sí y porque no; pero como alguien dijo frente a esto: Quítele la mitad y siga escuchando”.
Esto para indicar, que de todo lo que se escucha, la mayoría es mentira o simplemente está en la mente de interlocutor. Y esto nos lleva en la reflexión de hoy a pensar en la gran mentira en que ha convertido el mundo.
Para no ir tan lejos miremos a los políticos de carrera, por no decir otro término más peyorativo y que montan sus campañas a base de embustes. Una conocida y antigua canción tradicional dice que en elecciones estos personajes “prometen puentes donde no hay ríos”.
Obviamente hoy los hay en tierra por el desarrollo de las ciudades y sus múltiples vías, pero sesenta años atrás la importancia de un puente era vital para comunicar regiones marginadas por un gran rio.
Este es apenas un ejemplo de mentiras que afectan a cantidades considerables de gente, pero el tema vuelve a cobrar más importancia aún con una frase como esta: Una verdad a medias puede terminar una vida; pero una verdad completa puede transformarla”.
Y esto viene desde la misma creación, cuando por una media verdad Satanás hizo perder la comunión del hombre con su Creador. El asunto no es de subestimar, si vamos más adelante y vemos en el nacimiento de las religiones la pérdida de esa verdad completa.
El asunto es hoy de tal dimensión, que el 90% de la humanidad está aún fuera de esa comunión con Dios y por consiguiente perdida. Perdida no sólo por ahora, sino por la eternidad.
En las religiones y hablamos de las que mencionan a Cristo, le hablan a la gente de un Dios y los que escuchan dicen creer el Él; pero si vamos más adelante y a la esencia de esto resulta que no pasan de ahí.
Una ceremonia fría, un rito, un sacrificio o una misa, pero la verdad es que no le creen a ese Dios etéreo que les muestran porque no les dan la verdad completa. Los mantienen con “pañitos de agua tibia toda la vida”.
Y resulta que cuando esa vida en la tierra se acaba, comienza la verdadera existencia que bíblicamente va a ser “con Dios o sin Dios”. Una vida que no sólo tomará un promedio de 75 años, sino de toda una eternidad.
Es ahí cuando confirmamos la veracidad de esta frase, y que sólo puede convertirse en algo transformador y restaurador de nuestra relación rota con Dios con la verdad completa “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).
Es sólo a través Cristo que se llega al Padre, y sin Él no hay salvación para el alma.
REFLEXIÓN: Que una verdad a medias no lo deje sin su comunión eterna con Dios!
LA REFLEXION ES PARTE DE LA VIDA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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