El entorno del cristiano, se caracteriza por un mundo diametralmente opuesto a lo que Dios encuentra en el hombre. Uno del cual debe sustraerse y no por imposición, sino por voluntad propia y porque quiere agradar a su Creador.
Estos son días, en los que recién el hombre empieza a ser consiente del descalabro espiritual, emocional, económico, ecológico y personal en que se encuentra. Pueden observarse más aristas en esta situación; pero lo dejaremos de este tamaño para esta reflexión.
Días en los que se empiezan a tomar medidas para cuidar el aire, el agua o la flora del planeta. Todo esto es muy importante, pero si somos realistas, ya es muy tarde para tomarlas.
Se venden vehículos eléctricos o se brindan prebendas en los impuestos para los que menos contaminen con sus fábricas. Paños de agua tibia para la dimensión del problema que se nos viene encima.
Aún en el hipotético caso, de que los mil y tantos millones de carros que hay en el mundo hoy se cambiaran a eléctricos, el proceso de contaminación y destrucción ya es irreversible; esta fue la cifra para el 2010, pero será del doble para el 2036.
Las fábricas, plantas, factorías o empresas de todo tipo del mundo, han hecho otro tanto en el daño del planeta. Un simple cambio ya no es suficiente en el tema de salvar el planeta, a este le queda un tiempo todavía, pero no muy largo.
Pero si no es posible un cambio en este sentido, sí lo es en el aspecto espiritual. Desde siempre ha estado la única posibilidad de vida eterna en los términos de Dios. Él ha estado dispuesto a recibir a cada ser humano como parte de los suyos.
El cambio tiene un nombre y es Jesucristo; Él está formando su iglesia desde hace algo más de dos mil años, va a regresar para recogerla y este paso, desencadenará el fin de lo que nosotros mismos hemos ayudado a propiciar.
No se trata de crear un pánico generalizado, sólo de recordarle a todos y cada uno de los que hemos sido convocados, la necesidad de que “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne“(Romanos 13:13,14).
REFLEXIÓN: Hay cuasi cambios mediáticos, pero en Jesús es definitivo!
REFLEXIONAR EDIFICA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡COMPARTIR PALABRA HACE LA DIFERENCIA!