Pero siguiendo con el tema previo, nos encontramos en el mismo contexto de Rebeca, su familia en el encargo entregado a Eliezer y vemos un llamado extendido y aceptado.
Recordamos como el siervo viaja a la tierra de la parentela de Abraham “…y puesto en camino, llegó a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor.” (Génesis 24: 10b). No podía ser a otra tierra, sino de la de su familia “¿De quién eres hija? … Y ella respondió: Soy hija de Betuel hijo de Milca, el cual ella dio a luz a Nacor.” (Génesis 24:23,24).
De la familia de Abraham, nada menos que una prima y todo esto se suma a la importancia de estar en la voluntad de Dios. De hacer lo que Él tiene planeado para nosotros y no desviarnos a diestra ni a siniestra.
Pero si fuera poco, el exacto relato de Eliezer sobra la forma como Dios aparejó todo en su viaje, la ubicación de la familia de su señor y de una sola vez encontrarse con el objeto caminante de su viaje.
Encontramos como dato curioso, que la familia de Abraham ya conoce de Dios. No pasa mucho tiempo después de la llegada de estos visitantes, para que la familia de Rebeca vea esto como algo providencial “…Entonces Labán y Betuel respondieron y dijeron: De Jehová ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno.” (Génesis 24:50).
Al punto de no objetar mayormente la salida de su amada hija y hermana de casa para ir a una tierra lejana que ni siquiera ellos conocían. No vacilaron ante la evidencia de que esto era de parte de ese Dios del cual les había hablado Abraham.
Era evidente que la fe de este hombre había ya permeado el corazón de su familia extendida y sabían quién era Jehová. Más tarde en el Nuevo Testamento leemos repetidamente como el que cree, le abre la puerta a los de su casa para que también se salven “…él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa” (Hechos 11:14).
Desafortunadamente no es una constante, y sólo se da en aquellos que reciben el mensaje de salvación. Tiempo de reflexionar sobre la importancia de compartir con vida y Palabra a los que nos rodean.
No todos llegarán y la verdad es que Dios no tiene nietos; pero hay que hacer la tarea. A veces un poco frustrante como en nuestro caso, en el que sólo algunos pocos han aceptado el mensaje; pero debemos hacer nuestra parte y el Señor se encarga del resto.
Para terminar, veremos como otros no se acercan a Dios honestamente y tenemos el caso típico en Labán, el posteriormente famoso tío de Jacob y sus patrañas.
REFLEXIÓN: Hacer la tarea y hacerla de la mano de Dios, Él se encarga del resto!
LA REFLEXIÓN ES PARTE DE LA VIDA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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