viernes, 11 de julio de 2025

SOLO ANIMALES

Si de animales que comprueben la creación de Dios se trata, tenemos varios ejemplos bíblicos que le gustaría escuchar. Es apenas otra forma de reconocer esa soberanía del Creador.

Cuando hablamos de un caballo cerrero, se trata de un animal salvaje que nunca ha sido montado y menos domesticado. Es ese animal nacido en cautiverio o libre, que debe ser entrenado para poder ser útil.

En el primer caso, no se trata de un caballo, sino de un burro, no de uno adulto, sino de un borrico, hijo de burra muy utilizado en la época de David y aún de Jesús para el transporte de reyes y altos dignatarios.

Hoy en exhibiciones caballísticas en algunas partes del mundo, se contemplan ejemplares de pedigrí al lado de mulas y caballos, pero por lo regular, es el animal de carga o locomoción de las familias pobres del campo.  

No obstante, lo encontramos atado en alguna parte de Jerusalén esperando ser llevado para que el mismo Dios lo montara “…al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo” (Lucas 19:30).

Este animal hace que el Salvador entre en Jerusalén al estilo propio de un rey. Cualquiera no hubiera podido hacer esto, era el transporte de un rey por su humildad y no un caballo que sería de orgullo.

Lo sorprendente de esto como dijimos, es que en condiciones normales un animal cerrero no se puede montar y menos en la algarabía de hubo en la entrada con el pueblo gritando aleluyas y tirando sus mantos al piso al paso de Jesús.

Por otro lado tenemos las vacas que llevaron de vuelta el Arca de la Alianza a Israel luego de ser capturada en batalla por lo filisteos “Haced, pues, ahora un carro nuevo, y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al carro, y haced volver sus becerros de detrás de ellas a casa” (1 Samuel 6:7).

Un caso de total asombro si tenemos en cuenta que no habían tenido yugo previo y además estaban recién paridas. Dos vacas que habían sido separadas  de sus crías y esto hacía aún más difícil que estos animales se fueran solos por al camino para llevar el Arca.

Nadie las iba guiando para llegar hasta Bet-semes en donde estaban los de Israel. En condiciones normales ni el borrico del relato de  Lucas, ni las vacas en el de 1 de Samuel habrían hecho lo que hicieron.

Era evidente que una fuerza superior gobernaba estos animales y esto sólo lo podemos ver de la mano de Dios. Si yo lucho a veces con la terquedad de nuestro canino Beagle, cómo sería con un burro cerrero o unas vacas recién paridas.

El que no pueda ver la mano soberana del Señor en estos relatos, es porque no quiere; así como cuando se le presenta el Evangelio  y tampoco entiende. Lo triste de todo y lo hemos comentado en otras reflexiones, es que absolutamente todos los seres humanos lo habrán de entender un día; pero dónde estarán para ese entonces.

REFLEXIÓN: La soberanía de Dios no se lucha con el reino animal o vegetal, pero si con el hombre!

LA REFLEXIÓN ES PARTE DE LA VIDA!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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