“¿Cuánto mayor castigo
pensáis que merecerá el que pisoteare
al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue
santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10:29)
Una
de las características del ser humano es la crítica, normalmente negativa y no constructiva, que termina por convertirse en juicio. La Biblia es clara en este aspecto, al invitarnos a ver primero la viga en el ojo
propio, que la paja en el ajeno.
Desde
este púlpito virtual, tratamos de ser cuidadosos con
este tema y aunque nos esmeramos para no herir susceptibilidades, tampoco
podemos sustraernos de los principios bíblicos que son tan claros y radicales.
Una
cosa es no querer caer en juicio, pues es algo que Dios nos manda y otra muy
diferente callar frente a tanto despropósito que vemos hoy entre los llamados
creyentes. No
podemos permanecer pasivos ante estas inconsistencias que la Biblia explica
como provenientes de cristianos no genuinos, sino de lobos disfrazados de
ovejas. Por sus frutos los conoceréis dice la Palabra y aunque el único que
juzgará sabia y rectamente es Dios, es también deber nuestro el exhortar.
En
anteriores reflexiones, hemos comentado
la falta de Palabra que hay en los púlpitos de hoy; la forma como brilla por su
ausencia la exhortación a la santidad y la abundancia de pañitos de agua tibia
con que se mantienen las ofrendas y diezmos de las congregaciones.
Observamos
tan poca transformación en los cristianos de hoy, que ellos mismos están siendo la causa del escepticismo del incrédulo. El llamarse cristiano hoy no es
sinónimo de confianza o credibilidad, por el contrario es objeto de critica y el único nombre
perjudicado en este triste panorama, es el del señor Jesucristo.
Queremos invitarlo a no juzgar tanto y
mejor mirar hacia adentro. A levantar con palabra bíblica al que cae y depurar
el testimonio propio cada día “La palabra
de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a
otros en toda sabiduría” (Colosenses 3:16);
pero a no admitir bajo ninguna circunstancia, que el nombre de Cristo siga siendo
manoseado como se hace hoy.
A
convertirse en un verdadero soldado de Cristo, que defiende sus principios y
verdades sobre las interpretaciones amañadas de algunos. Por que así como protegemos
la honra de nuestras familias, también tenemos una responsabilidad
infinitamente mayor, y es la de no permitir que el “Nombre” que es sobre todo
nombre sea pisoteado.
PREGUNTA:
Su testimonio pisotea o exalta el nombre de Cristo?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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