“ Mas si hubiere muerte,
entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano,
pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Éxodo
21:23-25)
La
sociedad a lo largo de su historia y en su calidad de naturaleza caída descrita
en la Biblia, ha querido siempre minimizar las normas, las leyes y lo más
importante, los mandamientos de Dios.
Estos
últimos siempre se han caracterizado por su radicalidad e imparcialidad. Se es
bueno o malo, se está frio o caliente; pero nunca en las ambigüedades propias
del hombre. En un proceso de siglos, el ser humano se ha dedicado a filosofar
sobre estos absolutos y de ahí la presencia de tantos vacíos en sus leyes.
Es
así como por los llamados tecnicismos en los juicios, podemos ver salir de la
cárcel al más desalmado asesino, estafador o violador de niños. Es muy larga la
lista de delitos en la sociedad de hoy y aún más larga la de los vacíos
jurídicos en sus leyes; pero lo que si marca, es la corrupción que impera de
ambos lados de la justicia.
Tremenda
responsabilidad ha dado Dios a aquellos que la administran y qué duro será para
estos encontrarse con Él, llevando un balance tan pobre de su encomienda. Así
como cada día nacen 364.000 personas en promedio en el mundo, también se abre
cada día más la brecha entre lo justo y lo injusto.
Cómo
pretender administrar una justicia e integral, cuando los que estudian leyes se
prestan para acomodarlas de acuerdo a su conveniencia?. El Señor dijo “diente
por diente y ojo por ojo” y no dio lugar a tecnicismo alguno con el ánimo de
terminar con el mal.
Si
somos honestos esta ambigüedad producto de la corrupción en el corazón del
hombre, es la causa de todos los males que aquejan al mundo y NO la voluntad de
Dios. Nos atrevemos a cuestionarlo y hasta culparlo de lo que ocurre; pero a
Adán y Eva se les dio una instrucción “precisa” que ellos corrompieron con las consecuencias
que hoy tenemos.
Cómo
volver a esta radicalidad?. Aunque los absolutos mencionados ya no están
vigentes para el mundo de hoy y menos para los no judíos por la “Gracia de
Dios”, Él ofrece un camino de restauración en Cristo, que nos hace justos
delante de Él; pero la justificación ofrecida en el Salvador y al alcance de
cualquiera que la busque, no lo habilita para seguir pecando.
PREGUNTA:
Qué tan radical se considera usted frente a su entorno?
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!