Una de las actividades ministeriales que permite ministrar y ser ministrado es la consejería, y aunque es bíblica, se ha convertido en una muleta para los creyentes. Esto en razón de que se vuelven dependientes de un ser humano, llámese pastor o consejero.
Reporta gozo ver los resultados que Dios produce en la vida de una persona necesitada; pero es de vital importancia hacerle entender, que el Señor es quien trabaja de manera directa y no a través de un hombre.
Uno de los ejemplos más notables en tiempos de Jesús, fueron sus discípulos y de manera importante Pedro por su arrojo y falta de prudencia. Fue Pedro quien sin dudarlo dijo “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16), pero también fue objeto de regaños como: “…dijo a Pedro: Quítate de delante de mí, Satanás; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:23).
Estas salidas y otras encontramos en este varón que, a pesar de su torpeza, terminó siendo un hombre lleno de sabiduría por el Espíritu Santo. Era tal la dependencia de estos hombres en Jesús, que para todo tenía que llamarlos al orden en su falta de entendimiento.
Sólo fue hasta el día de Pentecostés, que todo cambió para ellos. Los pasos y palabras de estos hombres fueron afirmados; pero debieron esperar hasta que Cristo regresó al Padre.
Hoy vemos lo mismo y la Biblia nos invita en Santiago a depender directamente de Dios. A no esperar en hombres por cristianos que sean. Recordemos de nuevo, que hoy tenemos a alguien con nosotros, que nos ayuda, orienta y enseña constantemente si se lo permitimos.
Se podrá depender de hombres cuando no se conoce a Cristo, pero una vez que el Espíritu llega a habitar en nosotros no hay excusa. La oración es la base de la comunicación con el Señor y sólo a través de esa vía se hace palpable.
No de las oraciones o intercesión de otros y aunque es bíblico, Dios hace énfasis en que la confianza debe estar puesta en Él. En el nombre de Jesús como nuestro intercesor y nadie más.
En el Antiguo Testamento vemos a Moisés consultando todo lo complicado a Dios, y a pesar de que se le había dado autonomía para algunas cosas como delegar, él no tenía al Espíritu Santo como nosotros.
A doblar rodilla y buscar de Dios directamente apreciado lector, a confiar y depender solamente de Él “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:7).
REFLEXIÓN: La dependencia en el hombre, es cosa del pasado en el creyente!
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- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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