Todo esto se dio en un vuelo internacional que salía de Johannesburgo en Sudáfrica. Un negro de la tribu Bantú se sentó al lado de una elegante mujer blanca. Indignada la mujer llamó a la sobrecargo para quejarse.
Que puedo hacer por usted, le dijo?. No ve que su empresa me ha sentado al lado de este negro repugnante?. Búsqueme otra silla!. Cálmese señora le dijo la niña, el vuelo está lleno, pero veremos que se puede hacer.
La mujer miró con desprecio al hombre, pero a su vez fue objeto de la mirada de censura de los demás pasajeros. Minutos más tarde regresó el sobrecargo y le confirmo que el vuelo ya no tenía sillas disponibles en clase turista.
Salvo por una que había en primera clase y que por instrucción del capitán se daría para evitar la incómoda situación de tener que viajar al lado de una tan detestable. Así las cosas, el sobrecargo dijo: disculpe señor, sería tan amable de tomar su equipaje de mano y acompañarme a donde tengo ya una silla para usted?.
Este relato tomado de un artículo externo, nos enseña algo sobre lo que Dios espera de nuestro comportamiento con los demás “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3).
Así termino el fastidioso episodio de una persona que para nada valora a su prójimo y con el aplauso de los demás pasajeros. Pero qué tanto lo hace usted?. Es de los que se irritan todo el tiempo por el desorden que protagoniza su prójimo en las calles?.
El tráfico de las ciudades es un perfecto caos y ya no necesitamos estar en Nueva Delhi, Kabul o Saigón para encontrarnos con los carros encima de los andenes (veredas). Las bicicletas y motos en contra vía sin el mas mínimo respeto por el peatón que las esquiva como un verdadero campeón de eslalon acuático.
La Biblia nos dice que debemos tratar a los demás con consideración, pero no es el caso de hoy; de ahí lo importante de no dejarnos llevar como creyentes por esto y hacer al menos un poquito de lo que Dios nos enseña “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).
Lo cierto es que no solo se trata de creer que Cristo murió y resucitó por nosotros aunque es lo más importante, pero sí de poner en práctica todo lo que la palabra nos enseña “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22)
REFLEXIÓN: Que bueno es encontrase en situaciones como esta para ver quiénes somos!
REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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