Un registro histórico de algo así como quince mil guerras en el mundo, debería ser suficiente para que ya no se le crea a cualquier charlatán que llega al poder en una nación. Ya sea democrático o cualquiera de las otras presentaciones que tenemos en el mundo, la paz no pasa de ser una antigua mentira.
Cuando se trata de ganar el poder en cualquier país, la mentira suele ser el ingrediente más efectivo. Lo triste es que cada generación cae en lo mismo y como dijimos al comienzo, la historia no sirve de nada.
Esto en el mejor de los casos, porque hablando de la historia cada vez la vemos más desvirtuada. Los llamados historiadores no son para nada confiables, y ya sea por intereses propios o ajenos, terminan escribiendo imprecisiones vergonzosas.
Para no ir tan lejos y de dominio público, por estos años se ha venido descubriendo que el mayor genocida de la historia no murió suicidado en un bunker de Alemania. El perverso personaje obtuvo la ayuda de otros individuos igualmente siniestros en España y Argentina entre otros, para huir y quedar impune.
No sería de extrañar que el espíritu de odio y destrucción que propagó ese sujeto, todavía este vivo al interior de algunos países y haga presencia en cualquier momento de los últimos tiempos que vivimos.
Es evidente el deseo bélico latente en cada nación grande o pequeña. Desde el pueblo más miserable hasta las llamadas potencias dejan ver su afán de amenazar a los demás y todo con un solo propósito: el poder.
Ya no es suficiente con los dineros mal habidos de las drogas, el alcohol o las armas, el problema cada vez muta de una manera diferente, y falta ver en qué se habrá de convertir en la últimas décadas que le restan al mundo tal como lo conocemos.
Pero lo que sí es claro, es que la paz como la concebimos en términos bíblicos, solo se logra en la persona de Cristo “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).
Esta es la única opción a corto, mediano y largo plazo. Es algo que trascenderá los confines del tiempo presente y se proyectará hasta la eternidad. Pero también es algo que el hombre del mundo y del común no puede entender, como tampoco valorar.
Un día no muy lejano, este conglomerado de personas lo entenderá; pero el problema esté, en el momento de su existencia cuando lo entiendan. Lo más probable es que ya estén en un punto de no regreso.
REFLEXIÓN: La verdad está en la Biblia y pese a este espantoso panorama nadie quiere cambiar!
REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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