Mucho se tiene que decir sobre el
ministerio de la consejería y que bueno que aquellos que lo trabajamos por la
Gracia de Dios, lo hiciéramos como Él manda. Suele llevarse más a la confusión
que a la claridad de criterio que necesita la persona.
Esta confusión obedece muchas veces a una
frustrada profesión de psicología que hay en los consejeros, que acuden más a
la experiencia propia o circundante que a la Palabra de Dios.
No es fácil acompañar a las personas y
en muchos casos se convierte en una carga complicada de llevar. Tampoco
queremos decir que el consejero debe ser una persona pragmática, que se limita
a dar formulas y se desentiende del proceso. En esto radica la diferencia entre
un psicólogo, un psiquiatra y alguien que aconseja de parte de Dios.
Estos profesionales han sido
entrenados, para no ser arte y parte en el proceso; se limitan a transmitir tecnicismos
basados en experiencias y a esperar que el paciente saque adelante su problema, hasta ahí llegan.
El consejero(a) por otra parte, tiene
como fin supremo dejar ver a Dios en lo que hace, dice y piensa. Se trata de
llevar a la persona a evaluar su problemática espiritual a la luz de la Biblia y que sea ésta misma, la
que muestre el camino a seguir.
El aconsejado debe entender también,
que no debe ir de persona en persona buscando orientación para los problemas y
que la solución sólo se logra aplicando el consejo de Dios. Alguien decía acertadamente,
que el resultado de una casa construida por diferentes manos es algo que queda
torcido.
Por último es importante dejar ver que
el consejero, es un ser humano susceptible de sufrir los mismos problemas cosa
de no hacer sentir al aconsejado un ser pequeño y en proceso de extinción.
Que es tan sólo es un instrumento de
Dios y ya sea juegue como consejero o alguien que busca consejo, se busque de
manera irreemplazable la voluntad del Señor plasmada en su Palabra “Conmigo está el consejo
y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder.” (Proverbios
8:14).
Estos parámetros marcan la diferencia entre
alguien tratado por el hombre o por Dios mismo.
REFLEXIÓN: Sin la guía bíblica no hay
consejo efectivo!
REFLEXIONAR SALVA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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