martes, 29 de octubre de 2019

DE CORAZÓN


Muchos podemos decir que somos, pero cuántos realmente “lo” somos es la pregunta de hoy. En el relato bíblico de hoy nos encontramos con una evidente falta de disposición por parte de los llamados a ejercer el sacerdocio e incluimos la realidad actual.
Hablamos del pueblo de Dios en tiempos antiguos y de personas que habían sido puestas por el Señor para ejercer las tareas propias del ministerio. Si ha leído la Biblia sabrá que de las doce tribus de Israel, Él mismo separó a los de Levi para el servicio y a unos pocos dispuso como sacerdotes.
Todas las otras once podían desempeñarse en tareas diversas; para el ejército, la agricultura, el pastoreo, la herrería y en fin todo lo que compromete la vida de un pueblo. A los sacerdotes y levitas no sólo se les encargó el ministerio, sino que tenían condiciones especiales como las tierras para vivir y debían ser sostenidos por las demás tribus. 
Cuántas noticias encontramos hoy, de miembros de todos los credos y religiones referentes a su falta de integridad. Si reflexionamos sobre nosotros mismos, tendremos un buen punto de partida.
Es fácil andar por ahí despachando críticas e insultos contra la gente, de lo que se hace en el gobierno o no y normalmente la gente nunca está contenta con lo que se logra; pero cuando examinamos nuestro interior el resultado no está lejos de lo mismo.
Hay muchos que se dan por llamados a ejercer labores propias de un ministerio; pero nos encontramos con que son muy pocos los que tiene un corazón realmente dispuesto para el servicio.
La Biblia habla muy claro de los asalariados o de aquellos que se han dedicado a trabajar para una religión; simplemente  por que no encajan en otro círculo de la sociedad productiva y desafortunadamente hay muchos. 
Profesiones que se limitan a vivir de las que son realmente productivas en la economía de un país. Existe una gran diferencia entre la empresa privada y la pública, los primeros pagan los impuestos y sostienen el estado, los segundos viven del presupuesto y esto también aplica al círculo de los que “trabajan” para Dios.
En tiempos del rey Ezequías, se determinó la reconstrucción del templo destruido para dar culto a Dios, no obstante se encontró que los realmente interesados en hacerlo no eran los llamados para esto porque los levitas fueron más rectos de corazón para santificarse que los sacerdotes” (2 Crónicas 29:34).
Que la tarea que usted desempeña para Dios, sea con un genuino deseo de servicio y no como aquellos sacerdotes o ministros que no pasan de ser asalariados para una religión. Ya sea de ujier, maestro en la escuela dominical o barriendo el templo, que lo haga con un corazón de siervo delante del Señor.
REFLEXIÓN: Alguien dijo ser o no ser es la cuestión, la Biblia dice siervo o asalariado!
REFLEXIONAR SALVA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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