viernes, 25 de octubre de 2019

EL ORGULLO


La debilidad más grande de los seres creados se deja ver cuando el poder se les sube a la cabeza; no importa si es un ángel, un  rey, o el más pobre de los terrestres. Siempre dejará ver su lado poco amable cuando crea que nada lo puede alcanzar, pero es ahí comienza su fin.
No hay que ir muy lejos en la historia para encontrar ejemplos; un austriaco desadaptado  en Alemania habló de haber creado un movimiento y régimen que duraría mil años y no llegó a los quince; ahora poco un militar golpista en Venezuela pregonó progreso socialista para todos y acabó con su país.
No sólo su gente está esparcida por el mundo, sino que cuando se atrevió a burlarse de Cristo en público, un cáncer lo calló para siempre. Como estos hay muchos ejemplos en el mundo antiguo y contemporáneo.
De algunos leemos y de otros lo podemos ver con nuestros propios ojos; faltan muchos que en poder, buscándolo o habiéndolo dejado, siguen con su orgullo esperando ser destruidos por el Creador que niegan en su vidas.
No sólo con el mundo gentil se ha visto y lo veremos, también pasó con el pueblo escogido de Dios. Muchos de los reyes de Israel se encargaron de buscarle y otros lo rechazaron; pero en todos se vio su merecido final Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios….” (2 Crónicas 26:16).

Obvio que esto no sólo se remite a los gobernantes o reyes, nos toca a usted y a mí; le ha tocado a los imperios a través de la historia y sólo falta leer un poco para ver cómo han caído y siguen cayendo.
Todo y todos se desmoronan cuando dejamos a Dios de lado; cuando creemos que lo tenemos todo o que lo merecemos todo. Ocurrió con un personaje creado por Dios y puesto por Él mismo en un puesto especial “Lucifer”.
Como la reflexión llama, el orgullo siempre hará su trabajo en los seres vivientes, desde los ángeles hasta los hombres de carne y hueso. Todos estamos expuestos y la tarea es ver qué tan cerca o lejos estamos de Dios.
Qué tanto contemplamos al Señor en nuestras vidas; conozco de primera mano varios casos en que hombres impíos han maldecido a creyentes fieles y están muertos o en desgracia. Si el hombre no conoce de Dios, es por ese mismo orgullo lo hace pensar que puede prescindir de Él.
REFLEXIÓN: El orgullo no está lejos, está a un solo un paso de usted, cuidado!
REFLEXIONAR SALVA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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