martes, 12 de febrero de 2019

SÓLO ESO


En Lucas tres, Juan, primo de sangre del señor Jesucristo, exhorta a todo el mundo frente a una realidad vigente todavía: Arrepentimiento!. Esto es algo que Dios espera de todos y cada uno de los seres humanos; el problema es que no todos están dispuestos a hacerlo.

Así como el Señor ha predestinado a la humanidad entera para ser salva de la perdición, existen ciertos requisitos que aunque sencillos, el hombre del común se resiste a cumplir. A éste hombre que mencionamos, le es más fácil someterse a sacrificios impuestos por otros hombres, que pronunciar un simple: Perdón!

Siempre dispuesto a creer y cumplir con reglas que ni siquiera los mismos religiosos están en capacidad de cumplir, en lugar de hacer las cosas simples y correctas de la vida en Dios le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario“(Lucas 3:14).
  

En éste verso Juan responde entre otras una pregunta de unos servidores públicos de la época; muchas eran las preguntas de religiosos, militares, publicanos, saduceos y el pueblo en general; que impresionados por las cosas que hacía y decía, pensaban que les era necesario hacer cosas inalcanzables para acercarse a Dios.

Sólo les dijo: que no fueran corruptos y ese es el estado que tristemente aplica a todos y cada uno de los seres humanos hoy. Hay robo, mentira, adulterio, homosexualidad, alcohol, drogadicción y todo apunta a una sociedad degradada en la que todo es aceptable.

Triste, pero así es; un mundo tan acostumbrado al pecado y lo que ésta condición implica, que a lo bueno se le llama malo y viceversa. Dios quiere sacarnos de ésta condición y lo único que debemos hacer es entender la necesidad de Cristo para lograrlo.

No se trata de cargar ídolos de yeso o madera por kilómetros o flagelarse con cadenas; se trata de no robar, mentir o adulterar más; se trata de vivir como todos y cada uno de nosotros quisiera en el fondo del corazón.

Que mejor que un mundo sustraído de todos esos vicios para nuestros hijos; pero nadie quiere dar el paso. Esa recomendación de Juan en tiempos de Jesús, es la misma que Dios sigue haciendo hoy; dejar atrás la condición de pecado y encarar la transformación que sólo Él puede lograr con su Espíritu en nosotros.

A experimentar contentamiento con nuestro salario y lo que el Señor ha dispuesto para nosotros; no obstante el hombre quiere siempre más. A un multimillonario se le preguntó una vez, sobre lo que esperaba de la vida y contestó: Un millón más!.

Que no sea ésta su respuesta apreciado lector; no por un millón mas, sino por que siempre busca un trabajo, un carro o una casa mejor.

REFLEXIÓN: Lo más fácil es lo más difícil de obedecer!
 

REFLEXIÓN QUE  CAMBIA!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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