Para
cualquier estudio es muy importante contemplar los contextos culturales,
económicos o religiosos de un pueblo. Si leemos en la historia de la humanidad,
cada reacción o conducta, obedece al entorno en el que se vive.
Si
vamos a hablar de las costumbres para el matrimonio en la India, tendremos un
marco totalmente diferente al de un país musulmán o de occidente. Hay culturas de
costumbres estrictas y hasta recalcitrantes que han permanecido por siglos, así
como hay otras que se han dejado permear del modernismo.
El
tema que nos ocupa hoy, habla del compromiso
empleado para el casamiento de una pareja judía en tiempos de Jesús. Los
jóvenes se comprometían desde muy jóvenes y éstas eran uniones más pactadas por
los padres que por los mismos contrayentes.
Obedecían
a compromisos políticos entre gobernantes y por temas familiares o económicos.
Es de anotar que la mujer era un elemento sin voluntad; que antes casarse le
pertenecía al padre, luego a su esposo y es por esto que cuando se habló de
divorcio, éste sólo lo podía dar el hombre.
En
el caso de José y María, una vez comprometidos entraron en un periodo de doce meses; los novios seguían viviendo con sus padres, el novio se
dedicaba a los preparativos para la boda, la dote y lo que iba a ofrecer a la
novia mientras ella se dedicaba a la purificación o miqwaoth.
Es
importante contemplar este contexto a la luz de nuestra relación como cristianos;
el creyente pertenece a la iglesia, que a su vez es la novia de Cristo. No es difícil ver que
nuestra condición como integrantes de la iglesia es de permanente purificación “…las bodas del Cordero, y su esposa se
ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos“(Apocalipsis
19:7,8).
No
serán doce meses, pero desde cuando llegamos a los pies del Señor, empezamos un
proceso de transformación y preparación que termina en cualquiera de los dos
eventos que esperamos; el regreso de Cristo por su iglesia o el día en que
abandonamos éste mundo.
Así
como las novias judías se purificaban para el día de su boda, la iglesia debe
ser purificada de toda clase de pecado. Tal vez no se logre la perfección, pero
sí el distanciamiento de todas esas formas de pecado que Dios aborrece.
REFLEXIÓN:
El compromiso con el novio está establecido, purificarse es la tarea!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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