Cuando el apóstol Pablo estuvo frente a los políticos de su época, no perdió la oportunidad para
compartir el mensaje de Cristo. Ni aún en los momentos en que se juagaba la
vida, perdió tiempo de predicar sobre esa fe que el mismo Señor le entregó.
Estuvo delante de varios, por fin
tuvieron que llevarlo a Roma delante del Cesar(rey) por ser un ciudadano romano. Lo recibieron el
tribuno Claudio Lisias, luego el procurador Félix, que esperando a
recibir un soborno como pasa hoy, lo
retuvo dos años en Judea; pero una vez en Roma, fue delante de Porcio Festo y del rey
Agripa II.
La disertación de Pablo era con el denuedo
que sólo es Espíritu Santo da, lograba cautivar aún corazones duros
y hábidos de poder o riqueza. Estos eran hombres que aún sin ser romanos, buscaban serlo pagando ante el dominio del imperio.
No
les interesaba para nada el pueblo y hasta los mismos judíos hacían cosas en
contra de los suyos. La Biblia dice que la palabra de Dios nunca vuelve vacía y
encontramos a un personaje como Agripa, que dice: “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas?
Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser
cristiano. Y Pablo dijo: Quisiera Dios que por poco o por
mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos
tales cual yo soy“(Hechos 26:27.29).
Es
bueno analizar estas palabras de Agripa, pues cuántos de los que nos rodean, están sin tomar su decisión por Cristo; a un
paso de ser persuadidos; pero nada aún.
Todos somos parte de la gran comisión dejada por el Salvador; compartir el
mensaje y eso hizo Pablo hasta el último día de su vida. No sólo era un trabajo para los apóstoles, ha sido entregado a usted y a mí; otra
cosa es que no hagamos la tarea.
El
creyente promedio se limita a vivir su salvación, pero no piensa en el que
lo rodea y que está perdido en sus pecados.
Quién de nosotros, conociendo una cura para el cáncer se negaría a compartirla?. El mes anterior murieron dos personas mujeres cercanas de la familia y que pesar da el saberlas sin Dios por la eternidad. Una era complicada y para ella el pecado era natural; la otra una piadosa y querendona mujer que se preocupaba por los que la conocimos.
Quién de nosotros, conociendo una cura para el cáncer se negaría a compartirla?. El mes anterior murieron dos personas mujeres cercanas de la familia y que pesar da el saberlas sin Dios por la eternidad. Una era complicada y para ella el pecado era natural; la otra una piadosa y querendona mujer que se preocupaba por los que la conocimos.
Se
les compartió, se les mostró otra forma de vida en Cristo; pero tal vez se
quedaron como Agripa: "en un casi me persuaden".
REFLEXIÓN:
Como todo en la vida el "casi” no vale, se es frio o caliente!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡COMPARTA DE GRACIA, LO
QUE DE GRACIA RECIBE!
Síganos
en Twitter:
@ReflexionBi