Para los
que han leído la Biblia en el Antiguo Testamento y conocen los sacrificios
ordenados por Dios al pueblo para el perdón de pecados, encontraran que en
todos los casos tenían que llenar dos requisitos básicos.
Uno tiene
que ver con la perfección de los animales llámense machos cabríos, bueyes,
vacas o palomas. Por razones obvias, no tenía presentación llevar un animal
defectuoso o enfermo al sacrificio “…para que sea
aceptado será sin defecto. …No ofreceréis a Jehová animal con testículos
heridos o magullados, rasgados o cortados, ni en vuestra tierra lo ofreceréis” (Levítico
22:21-24).
Era un
requisito que de no cumplirse, el sacrificio era rechazado con el
correspondiente castigo para el que lo ofreció. Recordamos cómo en la
presentación de la ofrendas Caín falló. Su hermano hizo lo adecuado; no nos
apartamos que Caín como agricultor, pudo haber presentado lo mejor de su
cosecha, pero no era un sacrificio de sangre.
De otra
parte es de anotar la inocencia de estos animales y vale la pena resaltar la
nobleza de una vaca o una oveja si la comparamos con un león. Animales
inofensivos y que siempre han servido de sustento para el hombre.
El camino
al sacrifico delante de Dios, empezaba en el altar de bronce donde las víctimas
morían por los pecados del pueblo. El camino al Gólgota, es esa misma
ruta al sacrificio en la cruz de Cristo, por la condición de pecado de la
humanidad.
No es
siquiera necesario hablar de las virtudes del Cordero en este caso. Cordero con
mayúscula como hijo de Dios; hombre perfecto como no ha habido ni lo habrá
sobre la tierra. Cristo es el único que podía y puede cumplir con el requisito
de la Santidad completa.
De otra
parte y como en el caso de las víctimas sacrificiales de antes, la inocencia de
Jesús era a toda prueba. No respondió a ninguno de los insultos de que fue
objeto durante su vida. Ojalá tuviéramos un triz de esa admirable capacidad de
recibir insulto sin responder.
Ese
camino lo empezó en la aparente tranquilidad de la última cena “: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del
nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados“(Mateo
26:27). Juan el bautista, lo reconoció y lo anunció desde el comienzo “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y
dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan
1:29).
No se
quedó ahí, siguió adelante y lo consumó (Juan 19:30), como la única opción de
la humanidad perdida delante del Padre “quien llevó
él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros,
estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida
fuisteis sanados.” (1Pedro 2:24).
El
sacrificio de un inocente por usted y por mí, que verguenza y arrepentimiento
debemos sentir cuando ofendemos Su Nombre.
REFLEXIÓN:
El único bueno por los malos y para Dios válido!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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