En el relato que nos plantea el Señor
en el libro de Jeremías, nos encontramos con otra prueba palpable de lo
proclive que es el ser humano al mal y no al bien. En alguna reflexión comentamos cómo desde su
tierna edad, el hombre muestra su rebeldía a
través de pataletas de bebé.
Dios ha mostrado a lo largo de la
historia un trato especial con el pueblo judío. Mucho más allá de una
predilección por este pueblo, que Él mismo apartó desde los comienzos de la
humanidad.
Llamó a Abraham a un lado y sabiéndolo
hombre con un corazón dispuesto, le hizo la propuesta más descabellada a los ojos de cualquiera en esta comunidad en
Ur. Este era un asentamiento en tierra de los caldeos y por supuesto con todo
su trasfondo pagano.
Conocemos la clase de pueblo que era
el caldeo y sabemos que adoraban a todo menos al Creador. Sacrificaban niños
como parte de sus ritos y hacían toda clase de sacrificios abominables a Dios.
Sólo Dios, que tiene la lectura clara de
los corazones podía escoger un hombre de allí. Él sabía la condición especial
de Abram en ese entonces y que en éste desarrollaría a un nuevo hombre de
nombre Abraham, que se encargaría de esparcir su mensaje de fe.
Hoy éste hombre es considerado el
padre de esa fe suya y mía apreciado lector, de ahí la importancia de
contemplarle en nuestra vida espiritual. No para venerarlo, sino para tenerlo
como ejemplo de algo que nos da Dios y que en muchos casos es rechazado: La Fe.
Pero el tema que nos ocupa, habla de
que al hombre le es más fácil apartarse de Dios que acercarse “¿Acaso alguna nación ha cambiado sus
dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria
por lo que no aprovecha.” (Jeremías 2:11).
Se evidencia en un
pueblo, que como mencionamos antes, ha sido objeto de todos los cuidados
posibles de parte de Dios. Los salvó del hambre, los rescató de Egipto, los
llevó a la tierra prometida, los salvo de sus muchos enemigos y todavía los
cuida.
Pero en lo que tiene
que ver con los pueblos diferentes al judío y objeto del pacto nuevo en Cristo,
podemos decir algo similar. Es cierto que por muchos siglos, el mensaje de la
fe ha estado en manos de blasfemos que niegan la existencia de Dios o de
religiosos que buscan más sus propios intereses.
Como lo dice el
verso, acaso vemos como algo normal que la gente tenga la tendencia de buscar
de Dios por su propia iniciativa? No, es
triste pero sus corazones parecen hechos de un material totalmente diferente al
de Abraham.
Cuánta gente se
pierde día a día tras las cosas que no aprovechan, siguen “trocando” la gloria
que sólo está en Dios por lo que no vale la pena y lo que no salva. Les es más
cómodo albergar un ídolo en casa y limpiarle cada día el polvo, que abrir las
poderosas páginas de la Biblia para ver la verdad.
Dios ha hecho todo lo
posible para mostrar su Gloria, usted ya la conoce?
REFLEXIÓN: La
comodidad ha matado a muchos físicamente, que no lo mate espiritualmente a
usted!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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