“…porque
raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1Timoteo 6:9,10)
Años atrás, la sola posibilidad de
lograr el sustento era suficiente para cubrir
las expectativas de un hombre y su familia. La gente tenía objetivos más allá altos
que los de simplemente acumular riquezas.
Cuidar la familia era una prioridad,
pero la codicia de hoy ha hecho más grande la brecha entre ricos y pobres. Hombres
que no se conforman con lo que tienen, sino que hacen de sus vidas una continua
carrera por escalar.
Años atrás conseguir un empleo que
permitiera un vida digna era suficiente. No se buscaba algo más allá de los
normales ascensos por antigüedad y se terminaban los días laborales, en un
retiro lleno de satisfacción y realización como persona.
La vida contemporánea tiene al ser
humano a una situación de permanente búsqueda. No estamos hablando de unos
pocos sino más bien de la gran mayoría, que pretende siempre ganar más y más.
Ya no se trata de buscar el ascenso de
antes, sino un constante “trepar”, que como el mismo término lo indica se convierte
en algo indigno y que visto bíblicamente sólo se trata de un pecado llamado: “codicia”.
Se tiene con que comer, pero quedan con
hambre; se tiene con que vivir, pero no es suficiente; se tiene con que educar a
los hijos, pero hay que mandarlos al exterior; se tiene con que pagar la renta,
pero hay que tener casa propia; se tiene la propia, pero hace falta la casa de
recreo.
Así vive el hombre del mundo, con cada
vez más necesidades autoimpuestas por satisfacer deseos. La Biblia nos enseña la
diferencia entre “lo necesario y lo que se desea” (Santiago
4:2). Es sólo, que como estamos tan lejos de Dios, ignoramos lo básico y
sin saberlo nos convertimos en algo que Él condena.
PREGUNTA: Sabe usted la diferencia
entre necesidad y deseo?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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