“Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;
estaremos alegres” (Salmos 126:3)
Una de las expresiones más olvidadas de la sociedad de hoy, es la alegría.
Éste es un término ya casi salido del léxico del hombre de hoy que sólo
experimenta momentos de satisfacción cuando logra sus metas.
Esta satisfacción obedece más al logro
obtenido frente a un reto o a un deseo, que a la especial sensación de
bienestar del que está alegre. El ser
humano de hoy, se ha embarcado en una cadena de condicionamientos de muy
difícil o imposible satisfacción.
Esto obedece a que todos estos retos,
están basados en deseos y no en necesidades. Cuando uno come con apetito y lo
hace de manera racional hasta satisfacer el hambre experimenta bienestar; pero
cuando lo hace desenfrenadamente hasta llegar a la gula, el asunto se
transforma en malestar.
Algo similar ocurre cuando se busca trabajo,
bienes o títulos; se logra y ésta efímera satisfacción se reemplaza por otro
deseo más grande. Cada vez habrá otra meta por alcanzar y no censuramos el
progreso, pero sí la codicia que se esconde allí.
En el verso de hoy, Dios nos invita a
estar alegres por el sólo hecho de contar con Él. Qué más podemos buscar fuera
de Dios es la pregunta. Es un Padre, que ha prometido proveernos de todo lo
necesario y no de lo suntuario.
Esta es una sociedad, en la que todos
los días se vende la idea de algo más. La radio y la televisión viven de
promocionar productos que no son necesarios; pero lo hacen ver como si lo
fueran.
Si el efectivo no alcanza, para eso
están las tarjetas de crédito y se cae en la trampa.; pero ahora con deudas que
no permiten experimentar alegría permanente. Un mundo está gobernado por el “enemigo”
y nada mejor para él, que mantener la gente inquieta por las nuevas
“necesidades” y la angustia de pagarlas.
Vaya circulo!
PREGUNTA: Ha experimentado usted la
alegría de tener a Dios en su vida?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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