jueves, 21 de enero de 2016

RIGIDEZ




“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4)

Días atrás un amigo me presentó a una señora que fue su maestra durante el colegio; si el amigo tiene unos setenta años, ya puede imaginar la de aquella damita en la que resaltaba su rigidez de carácter para educar.


Conversamos sobre la importancia de impartir principios y normas destacando la rigidez y la disciplina que hoy se considera obsoleta.  Aquella anciana de gentil aspecto hacía quedar a aquel niño (mi amigo) después de clase de pie por un largo rato en el patio del colegio, en una ciudad con una temperatura promedio de 38 grados centígrados y esto con el ánimo de hacerle recapacitar sobre sus faltas.


Yo vi marcada mi vida de una manera especial por un profesor de lengua castellana en la secundaria y un coronel de la Fuerza Aérea en mi carrera de aviación. Con el primero  aprendí a conjugar los verbos en todos sus tiempos y a expresarme de la forma adecuada en éste rico idioma y con el segundo a volar con seguridad y disciplina.

Se le llamaba “peón imberbe” al que hablaba incorrectamente el idioma y de hecho esta es una palabra que ya no figura en el diccionario, pero significa inexperto o inmaduro. En aviación se me bloqueaba el compensador longitudinal o de nariz al avión durante un vuelo entero con las implicaciones de una aeronave dificil de controlar y sólo para enseñar a cumplir con los procedimientos a tiempo.


La Biblia enseña y de muchas maneras la importancia de instruir, enseñar, orientar, formar y disciplinar a los jóvenes. Nos da todas las herramientas necesarias para lograrlo y si no lo hacemos es por que no queremos.


El cristiano de hoy recibe claras instrucciones de comportamiento de parte de Dios (2Timoteo 3:16,17), pero su desobediencia queda a la vista. Como hijo de Dios se espera provisión, cuidado y se experimenta frustración frente al resultado.


Esta reflexión nos recuerda la importancia de la obediencia; que bueno es poder bendecir a los hijos con lo necesario y un poco más; pero es más importante formarlos.
Dios ha prometido provisíón, nos da lo necesario y eventualmente nos bendice con algo más; pero vale la pena aclarar lo que es importante.


La bendición o la disciplina vienen del Señor y la pregunta es: Seguiría siendo Dios perfecto y justo para usted  si pasara por alto el pecado?


En la permisividad no se crece como sí se hace en la disciplina; entonces debemos ser más gratos con Dios y con aquellos que en su rigidez nos enseñan y dejan huella. Qué decir del Señor, que en su perfección no puede negarse como el Dios perfecto que es.


Ni para bendecir, ni para disciplinar, gracias Señor!


PREGUNTA: Cómo aprende usted más de Dios?


REFLEXIONE Y DECIDA!

- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –



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