viernes, 1 de enero de 2016

NADA CAMBIÓ



Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. …Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” (Juan 15: 5-8)

Hoy es primero de enero del nuevo año y podemos asegurar que nada sustancial en la vida de las personas cambió. En la pasada reflexión tocábamos el tema y tal vez hubo mucha actividad en las dos pasadas semanas, que contrasta con el día de hoy en su soledad y desesperanza.

Será que los propósitos que se plantearon al tocar las doce de la noche llegaran al fin del primer día del año?.  Lo que si debe estar vigente a esta hora en algunos es la resaca o guayabo que llaman. Los excesos, no sólo en alcohol, sino en comida comienzan a pasar la factura.

Lamentablemente muchos de estos excesos tienen a muchos ahora mismo en un hospital, en una morgue y en el mejor de los casos al comienzo del pago las tarjetas de crédito que los permitieron. Nuevamente se plantea si tanto el balance del año anterior como los propósitos del nuevo tiene algún fin. 

Dejar de fumar o beber, volverse fiel al matrimonio o el más popular que es bajar de peso, representa en principio un buen deseo; pero será que hay la capacidad de resolución y dominio propio como para mantenerse en el camino y sacarlo adelante?

Estos propósitos son más antiguos de lo que todos pueden pensar y nos llevan a la cultura babilónica unos tres mil años atrás, en tiempos en los que se creía en un cambio de etapa por eventos místicos en la media noche del 31 de diciembre y que permitían que estas decisiones se cristalizaran.

No obstante y como  lo vemos en cada año, la gran mayoría sino la totalidad de estos propósitos se quedan en el aire. Propósito o intención puede considerarse lo mismo y nos encontramos con que el camino al infierno está lleno de buenas de éstas intenciones.

Debemos tener en cuenta que si estos están fuera de la voluntad de Dios, nada ha de prosperar. Sin la intervención directa del Señor no hay nada que hacer o si lo que se propone no le va a dar la Gloria a Él. Dios mismo pone en nuestros corazones tanto el fin como los medios para hacerlo y nos da seguridades como lo muestra Filipenses 4:13.

Que nuestras metas sean crecer espiritualmente y vivir la Palabra, leer más la Biblia, estudiarla y desarrollar intimidad con Dios; enriquecer el tiempo de oración o simplemente obedecer. Hay muchos propósitos que transformaran su vida, pero de la mano de Dios.

PREGUNTA: Será tiempo de replantear sus propósitos?

REFLEXIONE Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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