“Miserable de mí,
quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24)
El mensaje de hoy tiene que ver con la
condición del hombre frente a Dios. Se trata de una persona con la posibilidad
de encarar con honestidad su condición de pecado y es ahí, donde el Señor tiene
la oportunidad de medirlo.
Aunque es odioso comparar, muchas
veces debemos ver en los paralelos una forma de enriquecernos y más cuando es
para edificación. Si analizamos los versos del día, encontramos una clara
definición de la personalidad de dos hombres.
En el primero de los textos: “Y el hombre respondió: La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol, y yo
comí” (Génesis 3:12), vemos una clara falta de carácter al no asumir
algo en lo que era totalmente responsable.
La respuesta de Adán no podía esperar
nada diferente de lo recibido de parte de Dios y ser despojado de todo aquello
que se le encomendó como la pieza principal de la creación.
Algo muy diferente encontramos con
Pablo: “Porque yo soy el más pequeño
de los apóstoles, que no soy
digno de ser llamado apóstol” (1Corintios 15:9); que siendo un judío,
fariseo, ciudadano romano, erudito en la ley y con todos las credenciales de un
hombre prestante de la época, se humilla y se considera como el más pequeño
delante de Dios.
El verso de encabezamiento lo dice
todo, y es esta la posición que debemos asumir los creyentes frente a la Gracia
infinita de la que hemos sido objeto. Recibimos un perdón absolutamente
inmerecido por todo nuestro pecado y todas las prebendas de un hijo de Dios.
Del incrédulo no podemos esperar nada;
pero es un llamado para reconsiderar de qué lado quiere estar usted; en la
posición de Adán o en la de Pablo. Adán como dijimos quedó despojado de todo y
a Pablo se le entregó la posición más alta dentro de los apóstoles de
Jesucristo.
PREGUNTA: Quiere usted asumir su
responsabilidad delante de Dios?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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