“Tú oirás desde los
cielos, y perdonarás el pecado
de tu pueblo Israel, y les harás volver a la tierra que diste a ellos y a sus
padres.” (2Crónicas 6:25)
En ninguna parte de la Biblia se habla
de que Dios incline su voluntad frente a alguna circunstancia, salvo en aquella
donde habla de perdón. A Dios lo mueve el arrepentimiento genuino del hombre y
no sólo perdona, sino que restablece y bendice.
Para el hombre es muy difícil
perdonar o pedir perdón y es algo que debería procurar, pues esto genera un
clima de comunión especial con el Señor.
Dios reiteradamente nos pide y espera
que nosotros perdonemos. En el modelo de oración que nos da, inclusive deja
supeditado el perdón nuestro al que otorgamos a los demás.
Nos invita a tratar de manera
más especial a los enemigos que a los que nos quieren, esto en el entendido de que
nada loable hacemos cuando sólo miramos bien a los que profesan algún
cariño por nosotros, ignorando a los que nos persiguen.
El asunto no es fácil y se torna aún
más complejo, cuando se nos mide con la misma medida que lo hacemos nosotros.
Esto en pocas palabras, habla de que el trato que nosotros recibiremos, es la
medida exacta de aquel que hemos dado.
Las normas de Dios son claras y de un
carácter inamovible; pero asombra que en nuestra modesta
presentación como hijos suyos, lo único que mueve Su corazón es el que
nosotros decidamos obedecerle frente al perdón.
Dar un poco de perdón frente al infinito recibido, es un tema que nos debería mover por si solo, y debe
existir aún algo más de fondo en este aspecto, que hace que Dios asuma una
conducta tan particular.
Valdría la pena pensar en el porqué de no
pedir perdón y perdonar, si esto abre la puerta a tanta bendición?
PREGUNTA: Se ha preguntado cómo mover
la voluntad de Dios?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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