“Porque
si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más
para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre,
Jesucristo” (Romanos
5:15)
Dentro de todo lo que se ha escrito
sobre el famoso hundimiento del Titanic, algunas cosas suenan coherentes y
otras no. Entre otras se dice
que si el capitán hubiera ordenado alterar ligeramente el curso para luego regresar
a las condiciones originales; nada de esto hubiera ocurrido, no hubiera implicado mucho tiempo de diferencia y tal vez este
barco sería un museo hoy en algún puerto inglés.
Esta es una de esas tragedias que han
marcado a la humanidad y de las que se ha hecho eco en libros y películas; pero
existe una que ha hecho la gran diferencia entre la bendición y la maldición de
la misma humanidad.
Esta no se remite a unos miles de
personas perdidas en el siglo diecinueve, esta habla de toda la humanidad y de
todos los tiempos. En la caída de Adán y Eva, se dejó el curso que Dios tenía
determinado para el género humano.
Abandonar el plan de Dios hizo que todos
cayéramos y que hoy vivamos como lo hacemos.
Si para el Titanic variar su curso
hubiera salvado unos miles de vidas, para la raza humana hacerlo ha propiciado
la muerte de todos los hombres. Alterar el rumbo en un caso era salvación; pero
en el otro ha sido su mayor desgracia.
Cuando Dios puso al hombre en el
huerto para sojuzgar Su creación, le dio todas las herramientas propias de un
Creador para hacerlo. Este era un huerto que comprendía toda la tierra de Irak e
Irán hoy y era entendible que un hombre normal no pudiera hacerlo producir
solo.
En las facultades otorgadas por Dios,
tal vez Adán le decía al árbol de mango produce y éste lo hacia. Recordemos que
el hombre fue creado a la imagen de Dios y por lo tanto tenía algo del poder de su Hacedor.
Este curso ha sido alterado por un
hombre y otro hombre nos puede hacer volver al camino. Este es el meollo del
plan de Dios en Su hijo hecho hombre y sólo de esta manera se puede lograr.
En la vida del hombre hay muchos
témpanos de hielo que superar; pero cuando se cree en el Hijo de Dios se retoma
ese rumbo que nunca se debió abandonar.
PREGUNTA: Ya ha regresado usted al
curso?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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