“Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y
vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.” (2 Timoteo 2:16)
En el mundo y entre oradores,
conferencistas y maestros de diversas líneas, se habla mucho de la elocuencia.
Cómo llegar a un auditorio y persuadirlo, es el reto de muchos que devengan su
sustento de esta clase de trabajo.
Otra cosa es hablar de algo parecido a
la elocuencia, en lo que podemos llamar el arte de transformar vidas. Hablamos
de un arte del que el protagonista y gestor es el mismo Dios y que ha dado por
tarea a la iglesia para así sacar adelante la “gran comisión” (Mateo 28:16-20).
Este es un encargo entregado a Sus
hijos, pero en el que más que habilidad para hablar, hay que depender de Él
mismo. Es algo de lo que hablamos meses atrás que se llama denuedo; pero con un
ingrediente que transforma más que mil palabras: “Vida”
Entre menos se habla más se dice y es
así como un buen testimonio transforma vidas. El mismo señor Jesús decía más
con su silencio y acciones que con palabras; y no importa cuánto tiempo nos tome,
la fidelidad de Dios frente a una forma recta de vida siempre dará resultado.
Desafortunadamente hoy encontramos a
muchos que predican los principios de Dios, pero con una serie de
inconsistencias en sus vidas, que en vez de acercar personas al Camino las
alejan. Al interior de la iglesia, el liderazgo y en los religiosos vemos
tristes vidas que destruyen más vidas.
Podríamos hablar de que el número de
personas que se pierden en el mundo por un mal testimonio supera a los
escépticos, y damos este nombre a aquellos que nunca han escuchado de la
Palabra y simplemente se resisten a ella.
Es tiempo de vivir más y hablar menos,
de presentar a los que nos rodean lo que hace diferente al cristiano. No sólo
atreverse a tomar el nombre de Cristo con liviandad llamándose cristiano; sino
a guardarlo con una vida que muestre transformación.
Es cierto que Dios va a tener a la humanidad
frente a un juicio; pero también es cierto que los creyentes sólo estarán en el
tribunal de Cristo. Allí sabremos si con nuestra vida fuimos instrumentos de
salvación como genuinos hijos de Dios, o de perdición como hijos del enemigo.
PREGUNTA: Usted salva o destruye vidas
con su testimonio?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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