“El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. …Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum,… Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?” (Juan 6:22-25)
En el verso de hoy vemos cómo la gente
se resistía a creer que Jesús era Dios y estaba en capacidad de atravesar el
mar de Galilea caminando. Es cierto que para alguien que no está acostumbrado a
ver la clase de prodigios que mostró el Señor Jesús, le cuesta trabajo creer.
Sin embargo frente a una serie señales
previas a esta de la barca, ya el corazón de estos seguidores de Cristo debería estar más receptivo y atentos
sus oídos. Los mismos apóstoles, los seguidores más cercanos del Señor se resistían a dar crédito a lo que
veían. Pensaron que era un fantasma caminando por encima del agua y no su
Señor.
No hay que ir a los milagros descritos
en la Biblia; en la vida moderna tenemos milagros a diario, lo que pasa es que
no los queremos creer. La producción de alimentos para mantener a los miles de
millones de habitantes que hay en la tierra, tiene que ver directamente con la
mano de Dios.
El hecho de que el hombre sea quien siembra
la papa y la abona por instrucción de Dios, no lo hace autosuficiente como para
olvidarse de quién es el que la permite. Evidentemente hay una mano Todopoderosa
que permite que la tierra dé su fruto, es sólo que no queremos ver!
Consideramos una proeza el desarrollo
de una vacuna y hasta premio Nobel merece; pero cuántos premios de estos
merecerían los millones de toneladas de alimentos que se producen, que
consumimos y hasta botamos diariamente en la tierra?. De la misma forma premiamos
el desarrollo de una ecuación matemática; pero no la presencia de la vida en un
feto de días de engendrado.
La verdad es que debemos reflexionar sobre la falta fe y de
gratitud de la humanidad con un Dios como el que tenemos; pues si la
inteligencia que tenemos proviene de Él, como para qué vanagloriarnos?.
Una vez más, queremos afirmar algo que
hace tiempo comentábamos y es que definitivamente el conocimiento humanista es inversamente
proporcional al sentir de un corazón
inclinado a Dios.
Nos cuesta creer!
PREGUNTA: A quién le daría usted el
Nobel?
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!