“Entonces dijo David a
Dios: He pecado gravemente al
hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy
locamente” (1 Crónicas
21:8)
Una y otra vez el ser humano se
encuentra con debilidad en cualquier aspecto de su vida. Para el incrédulo el
pecado se ha constituido en su forma de vida; pero qué hay del creyente? Muchas
veces parece incapaz de sacar adelante ese proceso de santidad que se ha
iniciado en él y la pregunta sigue siendo porqué?.
Se tiene la posibilidad de ser radical
con muchas formas de pecado, pero hay otras con las que se lucha todavía y se
cae recurrentemente. Qué tanto estamos buscando la ayuda de Dios para esto y
porqué no somos capaces de correr como José antes que caer.
Dios nos da las herramientas y como vimos
por estos días, no queremos obedecer o esa lucha entre la carne y el espíritu
se ve más alimentada por mundo, que por la palabra de Dios. Si vemos a nuestros
hijos fallando nos sentimos frustrados y la pregunta es: Cómo se sentirá el
Señor con nosotros?
El dolor que se siente cuando los
hijos fallan es muy grande y lo triste de todo esto es que el enemigo
(Satanás), estará riéndose de nuestra debilidad. Nos ve arrastrarnos frente a
algo que no hemos podido erradicar de nuestras vidas, nos acusa, nos señala, nos
dice que no vamos a ser perdonados otra vez y en lo único que tiene razón es en
nuestra indignidad frente a Dios.
Dios siempre está listo para perdonar
cuando hay un genuino arrepentimiento y nos apartamos del pecado. Nos brinda el
acompañamiento del Espíritu Santo y nos dice que todo lo podemos en Cristo que
nos fortalece. La Palabra es poderosa y debemos apropiarnos de ella!
Son dos condiciones básicas: el arrepentimiento
y apartarse del pecado. Parece que hiciera falta algo más; pero lo cierto es
que lo único que necesitamos es “obedecer” y eso sí, alimentar más nuestra parte espiritual y menos
la carne.
La lucha es y seguirá siendo
constante; sólo debemos seguir las pisadas del Alguien que ya venció: “En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo
he vencido al mundo” (Juan 16:33)
PREGUNTA: Le ha entregado a Dios su
lucha?
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!