“Y el ángel me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.” (Apocalipsis 19:9)
La única y adecuada forma de acceder a una boda es a
través de una invitación. No importa qué clase de actividad sea, todo aquel que
no ha sido invitado, no puede entrar. Claro que no falta el colado y este que
no ha sido incluido en la lista, genera inconvenientes por no estar contemplado
en los preparativos.
Dentro del plan perfecto de Dios que contemplaba
inclusive la caída del hombre en el huerto, Él ya tenía algo previsto para un
pueblo en especial (Israel) y posteriormente formar una iglesia con los pueblos
que no son parte de los judíos.
La Biblia en el Antiguo Testamento lo
relata y desde hace algo más de dos mil años, Dios mismo ha extendido una
invitación a todo pueblo y nación para ser parte de Su familia. Todo ser humano
ha sido predestinado para ser parte de ella, es sólo que no todos lo aceptarán.
Ser convidados a las bodas del Cordero
como lo describe Apocalipsis, es todo un privilegio inmerecido. Qué hemos hecho
usted o yo para ser parte de un evento que cambiará nuestras vidas para bien
por la eternidad?.
No hay que utilizar un cheque o una
tarjeta de crédito, tampoco implica una hipoteca, trabajo o sacrificio alguno. Es por Gracia
(gratuito), es por fe, es aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador.
Desafortunadamente y como se describe
antes, no todos lo harán. Dios no hace acepción de personas; no contempla
estatura, raza o color y por eso invita a todos. Muchos han rechazado esta
invitación a lo largo de la historia del Cristianismo; pero Dios es respetuoso
de su decisión.
Él no obliga a nadie y es el primer
interesado en que los que acudan a esta cita, lo hagan por que realmente
quieren ir y se agradan en vivir como Él. Aquel que va a una reunión sin desearlo
en su corazón siempre estará aburrido y que difícil le será estar así por la
eternidad.
PREGUNTA: Ya aceptó usted la
invitación de Dios?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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