“Hay un
mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del
hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da
facultad de disfrutar de ello, sino
que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.” (Eclesiastés 6:1,2)
Cuánto
tienes cuánto vales, es la medida para la gente del mundo. Tanto hombres como
mujeres, se desgastan en una constante carrera por obtener o ascender y no
importa si hay que vender los principios, el cuerpo o el alma, hay que lograrlo.
Independiente
del área que se mire, crecer en lo
económico, en lo social, en apariencia externa o en títulos; pero siempre en esa
constante búsqueda de algo más.
Nadie experimenta contentamiento o gratitud con lo que tiene hoy; siempre habrá otro empleo para mejorar los ingresos y lograr “eso” que tiene el vecino o el amigo; para mejorar el barrio, el carro o adquirir la acción del club.
Nadie experimenta contentamiento o gratitud con lo que tiene hoy; siempre habrá otro empleo para mejorar los ingresos y lograr “eso” que tiene el vecino o el amigo; para mejorar el barrio, el carro o adquirir la acción del club.
La
tabla que Dios emplea para medir al ser humano está basada en otros parámetros;
Él no mira lo externo, sino el corazón. Hablamos de algo diametralmente
opuesto, pues mientras el mundo busca ostentación y orgullo, el Señor espera
humildad y contentamiento.
Esta
humildad no tiene nada que ver con la pobreza, pues hay hombres con muchas
posesiones y un corazón humilde, así como hay pobres más orgullosos que un rey.
El verdadero valor de una persona se mide con el lente de Dios y no con el de los
hombres, que ya no poseen cosas; sino que son poseídos por las mismas.
Que
importante será cambiar de perspectiva y calibrar nuestro lente para mirar las
cosas como Dios las ve. Cuando no se ostenta, se tiene una valiosa oportunidad
para mostrar lo que realmente somos y entender que el primero será el último y
el último primero.
Los que hoy no lucen, serán los que den luz con Cristo mañana.
Los que hoy no lucen, serán los que den luz con Cristo mañana.
PREGUNTA:
Es usted el primero y el que más tiene?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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