“Porque todo lo que es
nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4)
La frase del título no es propia, me la
escribió una especial mujer a la que tuve el privilegio de compartirle de Cristo cuando era apenas una niña. No sé
dónde la habrá leído, lo cierto es que me la
compartió días atrás en una charla a través del chat, en la que comentábamos sobre los
planes de Dios para nosotros.
El Señor no es alguien que se conforma
con lo fácil, con una simple línea recta entre dos puntos o con un soplo y
tristemente parece ser esta la norma de comportamiento en la sociedad de hoy. Lograr el estudio, el trabajo, las posesiones, el dinero y otras cosas tan fácil como sea posible.
Esto lo podemos afirmar con profunda alegría,
aquellos que hoy y luego de largo tiempo, hemos descubierto que Dios se tomó un
trabajo muy especial para salvarnos.
No importa el tiempo, las distancias o las pérdidas que tuvimos que afrontar para llegar a lo que hoy somos; lo importante es que: “entre mayor es la prueba, mayor es Su victoria”.
No importa el tiempo, las distancias o las pérdidas que tuvimos que afrontar para llegar a lo que hoy somos; lo importante es que: “entre mayor es la prueba, mayor es Su victoria”.
Perderlo todo para mi un día incluyendo
a mis padres, la hizo reflexionar sobre la importancia de poner a Dios
en el primer lugar. Si el Señor no se hubiera tomado el trabajo de remover todos estos ídolos,
tal vez yo no sería salvo y creo que tener hoy la vida física y espiritual, es un privilegio inmerecido para un pecador como yo.
Tal vez por esto Dios alejó a mi papá
de mi vida dijo ella. Él era mi héroe, lo que más amaba; pero hoy al ver el ejemplo
que el Señor me muestra en ti y conocer de Cristo, encuentro que Sus planes no son los
nuestros.
Sin vacilar le dije que confiara en el plan de Dios para ella, pues Él puede volverlo a su lado si está en Su voluntad. Cuando nuestras prioridades
están en el orden adecuado, Dios obra y este maravilloso Padre que tenemos, nos brinda la certeza de que nada es imposible para Él. Por largo que sea el
viaje cronológica o geográficamente hablando, siempre llega.
Aún conservo un
papelito de ella en letra infantil que dice: “Yo amo al Señor”; hoy veo a una mujer que ora fervientemente
para que su esposo, hijos y el resto de los suyos conozcan de Cristo como
ella hizo después de más de veinte años “¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”(1 Corintios 15:55).
Dios te bendiga querida sobrina!
PREGUNTA: Que tan largo ha sido su
viaje a Cristo?
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!