“…Que el Señor Jesús, la noche que fue
entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo
tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo
pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de
mí .Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa,
la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”(1
Corintios 11:23 – 26)
La otra práctica dejada por el señor
Jesús como parte de sus ordenanzas, es la Santa Cena. Esta es una actividad de
una solemnidad especial, que no tiene otro fin
diferente al de conmemorar el nuevo Pacto hecho en Él y no implica una
confirmación de perdón de pecados, ni tiene trasfondo místico alguno.
Es una sencilla actividad, que nos
lleva a recordar el nuevo pacto establecido con el Señor en la última cena a su
paso por la tierra y que por su misma solemnidad, tiene ciertos unos requisitos
de una importancia especial en la vida del creyente.
La
Biblia instruye a la iglesia, para que cada participante se pruebe a si mismo
antes de tomarla y ver si su vida está cumpliendo con la santidad que Dios
espera. “De manera que cualquiera
que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado
del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y
coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente,
sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” (1 Corintios 11:27 – 30). Habla de que si hay pecado de cualquier
clase, esta Cena se puede convertir en motivo de juicio, de maldición y no
bendición para el que la toma.
De
otra parte y a nivel tanto de creyente como de iglesia, pide que no haya
asuntos pendientes con el prójimo o dentro de la misma. De ser así, se estaría
obrando hipócritamente y tampoco debería tomarse, pues una iglesia dividida no
es digna de tomarla.
No parece relevante el asunto y en
algunos casos se toma más por costumbre (rito) que por convicción. La verdad es
que como todos los encargos de Dios Padre y en este caso los dejados por su
hijo Jesús, es vital para el creyente cumplirlos y es por esto que se hace
énfasis en su práctica y en la forma de hacerlo “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre
de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Corintios 10:16).
Es interesante que el
creyente nuevo o establecido, asuma una posición seria y consiente de cada uno
de los compromisos que hace con el Señor y que la religiosidad pueda
quedar atrás de una vez por todas.
PREGUNTA: Tiene usted
dudas sobre la importancia de tomar la Cena y cómo hacerlo?
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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