“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:19,20)
Las
diversas clases de trabajo del mundo generan satisfacción cuando se desarrollan
honesta y adecuadamente, y qué decir cuando a uno le pagan por hacer lo que le
gusta.
En
un trabajo voluntario con una motivación puramente altruista, se desarrolla la capacidad
de compasión por el necesidad ajena y esto reporta satisfacción más allá de un
salario; pero cuando la finalidad se proyecta a algo mucho más allá de lo
material y el trabajo se convierte en servicio a Dios, las cosas no sólo quedan
en este mundo; sino que se trasladan a la eternidad.
Lo
finito de la vida en este mundo, no permite dimensionar los alcances sobre un
alma que se salva cuando se arrepiente delante de Dios. Sin embargo cuando hay
la seguridad de que alguien pasó de muerte a vida espiritual, el asunto cobra
otras proporciones.
Vale
la pena anotar y de manera importante, que cuando se es instrumento en las
manos del Señor como lo describe la Biblia para el plan de salvación, se logra
no sólo la ministración de la otra persona para darle vida; sino un gozo infinito
por haber sido instrumento de Dios para lograrlo.
La
invitación de hoy, es a ser “vasos útiles” para Dios en esa maravillosa obra en
la que Él nos ha incluido con es la “gran comisión”. No hace falta ir a África,
Asia o la Polinesia para ser partícipes
del proyecto más importante para la humanidad en todos los tiempos. En su casa
puede comenzar!.
PREGUNTA:
Alguna vez contempló ser un obrero de Dios?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!