“Y esto erais algunos;
mas ya habéis sido lavados,….santificados,…justificados en el nombre del Señor
Jesús” (1
Corintios 6:9).
Hablamos
en reflexión anterior sobre la solución al problema del hombre con Dios. Cuando
usted tiene una gran e impagable deuda en la hipoteca de su casa, la única solución
es entregarla al banco. Esto equivale a perder
el esfuerzo de años; pero si alguien paga la totalidad de la deuda usted queda
exonerado.
Esta
es la solución a uno de los casos del mundo; pero para una deuda de la dimensión
del incrédulo con Dios, que implica vida o muerte eterna, el asunto es más
complejo. Sólo un hombre perfecto, justo, santo y con unas características
excepcionales puede solucionarlo.
Cuando
Cristo viene y se pone en el lugar nuestro, pagando la deuda que tenemos, Dios
nos ve a través de Él. Ya no nos ve como parte de esa naturaleza caída y
cualquiera que sea nuestra condición de pecado es perdonada y olvidada por Su
sacrificio en la cruz.
Dios
Padre comienza a vernos santos e inocentes de toda culpa, y no con todas esas
aberraciones y formas de pecado que describe la Biblia “No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros,
ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios” (1
Corintios 6:9,10).
En este orden de ideas, el único que
puede hacer esta suplantación es Jesucristo de acuerdo a la Biblia. Sólo su
condición única, perfectamente Dios y perfectamente hombre lo puede lograr y a
esto se le llama la calidad “Hipostática” de Cristo; pero este es un asunto que
veremos en otra reflexión.
Lo que debe quedar claro, es que sólo
a través de la intervención de Jesucristo, es que somos salvos!.
PREGUNTA: Había pensado usted que
alguien podía pagar su deuda?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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