“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.” (Juan 3:16)
En
el diario caminar del creyente en Cristo, siempre habrá una oportunidad de compartir al
incrédulo sobre el privilegio que le
asiste el llamarse “hijo de Dios”. La Biblia es muy clara en conceptos
como este y que sólo se viven cuando se ha recibido a Jesús como Señor y
Salvador.
Días
atrás retomaba de manera grafica en el cine, la tragedia que implicó para Jesús
convertirse en el Cristo y entregarse como sacrificio único por la humanidad. “El
hijo de Dios” y otras películas aún más graficas, llevan a aquel que las ve, a
una dimensión bastante cercana y cruda sobre lo que significó este sacrificio.
No obstante esto no pasa de ser un momento en el ocupado mundo del hombre sin
Dios.
Si
la vida de pecado de un solo individuo hace necesario un castigo ejemplar; qué
podemos decir sobre el pecado de la humanidad entera. Mentira, adulterio, muerte,
fornicación, codicia, idolatría, homosexualidad, robo, avaricia, borrachera,
drogadicción, maledicencia y otros que alcanzamos a ver reflejados en el
castigo recibido por Cristo en su cuerpo y vida.
Sólo
el sacrificio perfecto de un hombre igualmente perfecto y sin pecado, puede
satisfacer la ira de Dios frente a tanta maldad, incluyendo el más importante de
todos, que es el rechazo de la humanidad hacia Dios. Podremos seguir pensando
que todo esto se nos va a perdonar por que sí?.
De
ahí la importancia, de no perder la oportunidad de compartir al que no conoce, sobre
la única opción de perdón que hay frente a Dios. Siempre la habrá!!
PREGUNTA:
Es usted consiente de la necesidad de perdón del incrédulo?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!