“Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6:23)
Una
vez que hemos visto el pecado como parte de nuestra naturaleza, que es propio como
el nombre o la nacionalidad, debemos empezar a ver el futuro de los que
persisten en mantenerse en este estado. Es apenas obvio, que a los buenos les
espera un premio y a los malos un castigo. “y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de
vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan
5:29)
No
necesitamos ir muy lejos para saberlo. Ni siquiera mirar la ley del hombre,
pues esta condición de bien o mal, es parte de nosotros y la sentimos a través de algo que llamamos conciencia. Esta nos reprende frente a una mala acción o nos
da paz cuando hacemos el bien.
En
este mundo, en el que a lo malo se le llama bueno y viceversa, esta afirmación
puede hacerse relativa, verse ridícula o hasta retrógrada; pero cuando hablamos
de estar frente a un Dios creador, santo, justo y perfecto, no podemos pensar
en presentarnos así delante de Él:
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis
21:8).
Con estos calificativos y otros se ve
al hombre a la luz de la Biblia, y sería muy bueno reflexionar sobre lo que será
la justa retribución para los que viven de esta manera; pues es como pretender
recibir una medalla en los olímpicos siendo el peor.
Que esta inminente posibilidad de
enfrentar la muerte espiritual eterna, sea un motivo más que válido para
recapacitar, buscar y aceptar la solución que el mismo Dios nos ofrece.
PREGUNTA: Alguna vez contemplo la
muerte espiritual como destino?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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