“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.”(Romanos 5:12)
Dentro
de las verdades básicas que todo hombre (la humanidad) debe saber, está
primeramente la condición de pecado (caído).
Si usted recuerda, todo esto comenzó en la misma creación, cuando el hombre
decidió desobedecer voluntariamente a Dios.
Dios
le creo en condiciones ideales, que implicaban no solo provisión en todo
sentido y poder sobre lo creado; sino eternidad. Sin embargo y teniendo la
opción de escoger, el hombre optó por querer ser como Dios.
Como
resultado, el hombre y su pareja fueron expulsados de la presencia de Dios y de
este entorno perfecto; perdiendo todos los privilegios que tenía y entrando a
ser lo que es hasta hoy. Pecado, adicciones, trabajo, imperfección, dolor,
enfermedad, muerte y otras cosas más (Génesis 2:17).
Esta
terrible equivocación y sus implicaciones, hacen del pecado algo inherente al
hombre de hoy. Venimos al mundo con esta característica: “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me
concibió mi madre.”(Salmos 51:5). No es la práctica del pecado en primera
instancia la que afecta al hombre, aunque ésta también afecta nuestra comunión
con Dios; sino la condición de descendiente de aquellos que fueron expulsados
de Su presencia. Aún, si el hombre quisiera ser obediente (bueno), la marca de
Adán está en él.
Es
importante entender esto, pues no sólo se trata de ser como Dios espera (buenas
obras); sino de encontrarse con la única opción de restablecer esa relación
rota con Dios. Esto será tema de nuestra próxima reflexión; pero lo que debe
quedar en claro de esta, es la condición inherente de caídos y la incapacidad
para solucionar por nuestros medios.
PREGUNTA:
Sabía usted de su condición innata de pecado?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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