“Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual
no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2)
A
lo largo de la historia, la humanidad se ha debatido entre el bien y el mal,
entre la santidad y el pecado. El hombre del común se pregunta porqué? Es la falta de
conocimiento sobre lo que dice Dios en la Biblia y sólo ésta le permitirá tomar
una decisión clara sobre el tema.
En
palabras sencillas, esto tiene su origen en la misma creación del mundo, cuando
por la desobediencia del primer hombre creado, se manifestó el pecado que nos
separa de Dios hasta hoy.
Suena
a historia de niños, la mayoría de la sociedad occidental la ha escuchado y sin
embargo no la acepta por su misma sencillez. Es por esto que Dios en la Biblia,
nos pide recibir Su palabra como niños. Mientras el hombre de hoy se ocupa en
asuntos supuestamente más complejos, está dejando de lado una simple verdad que
transforma y salva.
Dios
no espera que seamos doctos en ninguna materia para entenderle; sino que seamos
sencillos de corazón. No obstante el orgullo del hombre, como parte de esta
humanidad caída desde el principio, subestima una verdad que siempre ha estado
ahí.
Días
atrás veía un película bíblica para niños de las muchas que hay en la red, y me
gozaba de esa sencillez que no puede llegar a los adultos; pero a los niños si.
El adulto está tan contaminado y ocupado en sus proyectos de vida, que
subestima lo simple de Dios.
Ojalá
tuviéramos la inocencia de los niños, que solamente acepta lo que se les
enseña sin cuestionarlo y se convierten en radicales de esa verdad. Lo asimilan
como esponjas y se establecen en personitas, con la capacidad de defender y vivir lo
aprendido con firmeza.
Que
Dios nos permita recibir y enseñar con humildad, sencillez y sobre todo con vida,
la verdad que puede salvar muchos de la perdición eterna.
PREGUNTA:
Qué tan difícil hace usted esta verdad?
MEDITELO Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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