“Y
volviendo en sí, dijo !Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia
de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.Ya no soy digno de ser
llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”
(Lucas
15:17-19)
La naturaleza caída del hombre en Adán,
tiene su mejor evidencia en el comportamiento de un niño. No importa si tiene días
o unos pocos años; no es necesario mostrarles la rebeldía, el egoísmo o la mentira. Facetas inherentes y en las que no hace falta
enseñarles a decir: “esto es mío”.
Los padres aunque con buena intención,
los colman no sólo de lo necesario; sino de aquellas cosas que su voluntad caprichosa
les permite pedir. No acaban de manifestar sus deseos, cuando ya se les provee.
Como resultado vemos aún en muchos
jóvenes creyentes, que piensan que todo lo merecen y muy poco valoran las
bendiciones de Dios o el esfuerzo de sus padres. Egocéntricos, egoístas y otros
ego-términos, que en ocasiones es muy difícil de erradicar.
En la Biblia encontramos el claro
ejemplo de un joven, que no sólo creyó que todo lo merecía, sino que fue y dilapidó
cuanto exigió. Sería importante que los hijos de hoy, recibieran una “dosis de
hijo pródigo” para enriquecer sus vidas.
Es lo mismo que Dios siente frente a
nuestra respuesta diaria. Hijos que sólo saben pedir y pedir sin agradecer o
valorar nada. El dicho “piden más que deme” no está lejos de la realidad.
La tarea nuestra, es corregir nuestra
relación con Dios primeramente y no incurrir en la formación de esos pequeños
monstruos, antes de que sea Dios mismo el que se encargue.
PREGUNTA: Cuántos monstruos tiene
usted a cargo?
MEDITELO Y
DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA
VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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