martes, 18 de febrero de 2014

OLIMPIADAS



Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús(Filipenses 3:13,14)
En el año 776 antes de Cristo, se inició un evento que regularmente reúne deportistas de todo el planeta, con el fin de buscar las mejores marcas en cada una de sus disciplinas. Un tiempo destinado para demostrar sus condiciones e invierten todo su esfuerzo con el ánimo de lograr una medalla.

No obstante, se han filtrado algunos vicios como las drogas estimulantes o el profesionalismo, que sin duda han deslucido este propósito. Esta es una actividad que nunca pensó en defraudar o lucrar como fin principal.

La utilización de estimulantes se ha convertido en una mentira al mundo que espera sus resultados; y la profesionalización ha opacado su fin de transparencia. Lo que antes se hacia por amor al deporte, se ha convertido en un triste mercantilismo. Encontramos “deportistas”, que más deberían llamarse comerciantes por las sumas astronómicas que devengan, demostrando así cuan bajo ha caído la palabra deporte para ellos y sus dirigentes. Algo concebido con nobles fines; pero pervertido como como la pólvora, que se inventó con fines de paz y ha dejado millones de muertos.

En el verso de hoy, vemos a Pablo exhortando a mantenernos en la carrera hablando de deporte, carrera que ni él mismo había logrado, pero teniendo el norte en la meta del “supremo llamamiento”. A no desistir y a mantener sin contaminación la iglesia; cuidando de no volver comercio la Palabra y su mensaje de salvación en Cristo.
No es descabellado comparar el desdibujado fin del deporte, con lo que ocurre en la iglesia de hoy.
PREGUNTA: Es usted un deportista aficionado o profesional del Evangelio?

MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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