“Todo me es
lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno
busque su propio bien, sino el del otro” (1
Corintios 10:23,24)
Con una evidencia tan palpable sobre
la naturaleza caída del hombre en nosotros, es muy difícil mantener una mente
clara y bien intencionada sobre o de cara a los demás. Nuestra reacción frente a
cualquier actitud, palabra o gesto del prójimo incluyendo a creyentes, no es la mejor.
Días atrás me desplazaba en el carro
por una avenida y mientras esperaba el cambio del semáforo; vi a un señor
conocido, muy bien vestido, con traje y paraguas entrar a un lugar de no muy
buena reputación.
La pregunta de hoy es: porqué debo
pensar primeramente lo malo de ese señor y lo que iba a hacer en ese lugar?. Perfectamente
podía estar atendiendo alguna cita de trabajo y no a satisfacer alguna
debilidad. Es realmente difícil pensar siempre lo mejor del prójimo.
En el mundo judío religioso, no sólo
se habla de sacrificios, reglas y mandamientos. Una de las cosas que se espera
del practicante genuino de esta religión, es que “siempre debe pensar lo mejor de su
prójimo”.
Si lo vemos de una forma práctica; cuántos problemas, sinsabores o malos ratos nos ahorraríamos en la vida. No
sólo en el caso del señor del ejemplo, sino cuando un conductor sin mala intención
se nos atraviesa en la vía o alguien nos contesta ásperamente en casa.
No sabemos las motivaciones del que
está al lado, pero siempre podemos dar el beneficio de la duda, y descansar en
que no importa cuál sea esta motivación, Dios si la sabe, nos cuida y nos edificara
a través de esta circunstancia.
PREGUNTA: Qué piensa usted de las
motivaciones de este ministerio?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA
VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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