“porque pedís mal, para
gastar en vuestros deleites”
(Santiago 4:3)
Alguna
vez ha hecho un listado de las bendiciones que recibe de Dios en el día a día? Despertar
luego de una noche con techo y lecho, pensar, abrir los ojos, levantarse por
sus propios medios, ver a su esposa(so), a sus hijos, tener en la nevera para
desayunar, almorzar y cenar.
Cuántas
van y cuántas agradece?. Hay unos que no despertaron, y otros que lo hicieron;
pero cómo? En una clínica, en cuidados intensivos, en una cárcel, postrados en
una silla de ruedas, sin nada en la despensa o sin poder mandar sus hijos a la
escuela.
Será
que no son más las bendiciones que las carencias en este día cuando está leyendo
esta reflexión, como para que la
balanza se incline hacia la gratitud y no a renegar?. Esto es parte de una
conducta orientada hacia el egoísmo y la codicia, que con nada se ven
satisfechos. No obstante cuando invocamos a Dios si es que lo hacemos, los
breves segundos que empleamos para esto, desarrollamos un monólogo en el que sólo se pide y se
pide; pero nada se agradece “sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”
(Filipenses 4:6)
En
nuestro entorno hay personas que ni siquiera tienen lo básico y si vemos las
poblaciones en alto riesgo como huérfanos o viudas, nos encontraremos con que
estas personas, ven satisfechas sus necesidades con cosas muy elementales.
Obvio que la necesidad se siente más que la abundancia, pues la primera duele,
la segunda jacta. Que no sigamos derrochando o subestimando los recursos
espirituales, físicos y económicos que Dios nos da es la tarea de hoy.
PREGUNTA:
Cree usted tener cara para pedir más?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –