“¿No sabéis que los injustos no heredarán el
reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones,
ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores,
heredarán el reino de Dios.” (1 Corintios 6:9.10)
Cada día vemos más ataques de la sociedad de hoy a la
familia. Las conductas ilegales como la fornicación, el adulterio, la
homosexualidad, el alcoholismo, la drogadicción, y todo lo que vemos en
los medios hablados y escritos, apunta a la extinción de dicha institución.
Al interior de las casas vemos la falta de normas y
principios, que no sólo permiten a los integrantes jóvenes la práctica del
pecado, sino que abre la puerta para que los padres también obren con total
disipación. Y si vamos a los adultos mayores, a aquellos en los que debería
sobresalir el recato, la sabiduría y el respeto, vemos que se han convertido en
los mayores alcahuetas de mundo.
No importa cuál sea su motivación o propósito detrás
de todo esto, se les ve acolitando cuanta conducta indecorosa hay en sus familias.
Lo cierto es que han vendido su dignidad por cualquier peso y esto sólo se
traduce en algo llamado pecado.
De ahí la importancia de blindar a como de lugar,
nuestros hogares de todas estas conductas repudiadas por Dios, en la confianza
de que Él nos ha de dar la recompensa aquí y en la eternidad!
El trabajo de hacer contracultura en un medio corrupto
no es fácil y hasta escuchamos mensajes desde los púlpitos que no se practican
ni siquiera por los que los exponen; pero Dios da la victoria a aquellos que
genuinamente quieren obedecerlo en defensa de una institución creada por Él: La
familia.
PREGUNTA: Puede usted aprobar a la luz de la Palabra
la conducta de su entorno?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA
VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –