jueves, 22 de septiembre de 2011

LA CORRIENTE



Un sencillo recuerdo de la juventud nos lleva a la reflexión de hoy.  Se trata de los constantes desplazamientos en bote que hacíamos en las faenas de pesca organizadas por mi padre hace años. Estos se daban en ríos o lagos; pero los más frecuentes eran en ríos y lo que nos ocupa en este momento es el hecho de ir con o en contra de la corriente. Cuando nos movíamos a favor de ésta, los tiempos empleados en determinadas distancias eran más cortos y suaves en el contacto del bote con el agua; pero no era así cuando lo hacíamos en contra de ésta.
Esto mismo pasa con nuestro andar diario en el camino de Dios. Cuando se hacen las cosas en Su voluntad todo fluye y podemos ver Su gloria. El caminar de Abraham fue respaldado desde su llamado por el Señor y vemos como sus resultados perseveran hasta hoy. El caminar de Moisés a pesar de los tropiezos, también tuvo un impacto definitivo en la conformación de pueblo judío. Y quién estaba con ellos? Dios mismo!
El señor Jesucristo, siempre estuvo respaldado por el Padre y nada hacía por su propia voluntad. “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29)
Podemos hacer un paralelo con los ministerios, que surgen respaldados por la Palabra. Es de esperarse que si Dios está allí, este produzca resultados que “perseveren” y si no Él mismo los cortará.
Hay otros que con la aparente proclamación de la Palabra crecen, y no sólo crecen sino que proliferan de manera exagerada; pero será que Dios es quien está detrás de todo esto?
Es el pan diario ver, como estos ministerios que crecieron como espuma, han caído abruptamente con un grave deterioro de la imagen de la gran comisión dejada por el Señor. Podríamos decir, que ir con la corriente es ir acompañados de la Voluntad de Dios; pero aquellos que se apartan de la verdad, caen en lo  expuesto en 2 Timoteo 4. “Apostasía”. En los relatos bíblicos encontramos como ante la desobediencia, el Señor quitaba Su respaldo “Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos…..de entre vosotros,…….a él servid, y os librará” (1 Samuel 7:3)
Otro aspecto importante, es la ausencia de un llamamiento real para desarrollar un ministerio y la formación necesaria para ejercerlo. No solo se trata de predicar la Palabra, sino de vivirla; pues todos estos fracasos afectan directamente la imagen del Cristianismo. Muchas cosas se pueden pasar a nuestros ojos; pero a los de Dios no.
Una invitación a practicar el discernimiento y sabiduría dados por Dios en la Palabra, frente a las opciones que se nos muestran como sitios para congregarnos hoy. Que Dios y Su palabra sean los que reinen allí.
PREGUNTA: Qué tanta Palabra se predica en su congregación y que tanto se practica?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –