jueves, 21 de julio de 2011

PRIVILEGIO


Como parte de la Reflexión anterior y teniendo en mente el rechazo del joven frente a las comodidades en casa de su padre, debemos abordar la manera como el hombre de hoy desprecia el “privilegio” de ser tratado y cuidado como un hijo del Rey.  De manera permanente y a lo largo de la historia de la humanidad, Dios nos ha buscado y lo sigue haciendo. Sin embargo le rechazamos sin darnos cuenta que preferimos vivir como unos guiñapos espiritualmente hablando.
Muchos piensan que son hijos al decir “creo en Dios”; pero apenas se conforman con el rango de criaturas de Él, pues no le creen ni le obedecen. Sólo si aceptamos esa invitación en la persona del Señor Jesucristo, pasaremos a llamarnos hijos. Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4,5).  Y no solo hijos, sino a disfrutar de la paz de Dios que no se parece a la que el mundo da: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6,7)
Muchas veces aún los cristianos, llevamos vidas mediocres, en lugar de vivir plenamente la gracia y el poder de Dios. La cita bíblica de hoy afirma que si hemos recibido a Jesucristo como Salvador, hemos sido hechos hijos de Dios. Y si lo hemos recibido, también recibiremos el trato propio de un heredero "Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo..." (Romanos 8:17)
Entonces porqué vivir como el mundo lo hace? “estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo” (Gálatas 4:3) Como quiera que sea, Dios ha estado, está y estará un tiempo más esperando que le miremos y nos acerquemos a Él.
Claro es que como todo en la vida, este tiempo de espera tiene un término El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9) Dios sigue invitando; pero también es respetuoso de nuestra decisión.
En cada reflexión, la invitación es y seguirá siendo a aceptar esta invitación. Llegar a ser hijos y herederos, nos habilita por un decreto celestial a dejar de ser esclavos del pecado, y ser liberados, perdonados y adoptados por Dios, aunque con todos los derechos y deberes respectivos “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” (Jeremías 29:12,13).
PREGUNTA: Quiere seguir viviendo como una criatura o como un hijo de Dios?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 -