martes, 19 de julio de 2011

INDEPENDENCIA


Espiritualmente hablando, la independencia es un asunto que Dios no quiere para nosotros y esto se ajusta a todas las áreas de la vida del hombre.
El hombre siempre está buscando independencia emocional, espiritual y económica. Un relato bíblico muy conocido, nos muestra a  un joven haciendo lo propio. "Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada” (Lucas 15:11-24). En casos como este, cuando el hombre cree tenerlo todo, siente la necesidad de explorar la vida sin estar sujeto a nadie. Esta es la forma como hemos sido entrenados por el mundo y como producto de la falta de conocimiento en la Palabra de Dios. Es por esto que nos es tan difícil sujetarnos a las sencillas normas expresadas por Dios en la Biblia. Preferimos mantener nuestros parámetros, a obedecer al Señor, sin mirar que en realidad somos esclavos de algo que la Biblia llama pecado. “aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón” (Romanos 6:17) Somos esclavos del alcohol, la fornicación, el adulterio, la droga, el tabaquismo o del orgullo que nos impide asumir un compromiso con Dios. Y es apenas obvio, que Dios no va a admitirnos viviendo de esta manera.
Una vez que el joven del relato logró su propósito, no pasó mucho tiempo para encontrarse en la inopia espiritual, emocional y económica. Tanto que anhelaba alimentarse al menos con la comida de los cerdos en el lugar donde estaba “deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.” Tocó fondo y recordó el bienestar que le rodeaba en casa de su padre.
Tocar fondo no es necesariamente lo peor. Es simplemente el comienzo de la solución. Sólo al encontrarse en este estado, el joven contempló por fin su regreso, “Me levantaré e iré a mi padre” y llevando en mente pedir perdón, Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” Tal vez no lo veamos; pero en el mundo vivimos como este joven lo hizo: allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”
Dios es quien permite estas circunstancias en nuestras vidas. En las que no tenemos otra opción a la de dirigir nuestra mirada hacia arriba y reconocer, que sólo Él nos puede salvar. Toda una paradoja para el hombre: “para ser libres debemos aprender a depender de Dios.
Tomemos la decisión de regresar a Dios así como este joven lo hizo, que con toda seguridad Él nos está esperando Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” Pero hagámoslo, mientras tenemos el favor de Dios, pues Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia” (Números 14:18).
Dice la Biblia que Dios hace una fiesta aún mejor que la del relato, cuando un pecador se arrepiente “comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”, cuando
PREGUNTA: Y usted, ya regresó a Dios?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 -