La Biblia es muy clara sobre lo que es bueno y lo que es malo, es sólo que el hombre no ha querido entender esta verdad. La ha ignorado y hasta la niega con pobres argumentos orientados a su “bienestar” temporal.
Para nadie es un secreto el daño que hace el alcohol o el tabaco, la cocaína o las anfetaminas. Es sólo que las dos primeras pagan impuesto y son aceptadas con un pequeño letrero que alivia la conciencia de los que las producen.
Las cifras son alarmantes en cada país, y especialmente en las que se consideran potencias. Están minadas de adictos que se consumen en sus calles, pero sus prioridades están en otra cosa.
El mundo todos los días se hunde más y más en estos flagelos, que aunque legalizados no dejan de hacer un daño irreversible. Los no legalizados, pero tolerados minan la sociedad de una manera aún más peligrosa que los primeros.
Lo triste es que detrás de los segundos, está la permisividad de las autoridades y le venden al mundo la idea de que los están protegiendo al perseguirlas. Es como convivir con el enemigo que todos los días se goza en nuestra destrucción.
El Señor no es ajeno a esto y escribe “ ¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez!” (Habacuc 2:15). Más claro no canta un gallo y alguien debe responder.
Parece que los líderes del mundo no han leído esto, no se han tomado unos minutos para pensar que un día estarán delante de Dios. Es aquí cuando los que temen a Dios en el buen sentido de la palabra, lo piensan para liderar.
Que bueno sería que los interesados en buscar puestos públicos, leyeran Palabra como esta y perseveraran, pero con buenas intenciones, o declinaran sus aspiraciones con las malas “Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también, y serás descubierto” (V: 16).
REFLEXIÓN: La destrucción está en progreso, la salvación es todavía una opción!
REFLEXIONAR TRANSFORMA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡COMPARTIR PALABRA HACE LA DIFERENCIA!
