miércoles, 20 de marzo de 2024

BRILLAN

Dentro del liviano mensaje de la iglesia del presente, brillan por su ausencia al menos estos dos temas que deberían ser imperativos en la vida de cada creyente. El de la santidad, el de la gran comisión, haciendo que se le apunte a la comodidad antes que a la responsabilidad como hijos de Dios.

Ya hemos tocado el de la santidad, así que hoy queremos reflexionar sobre la gran comisión y que a pesar de ser un encargo puntual del Señor, lo subestimamos dejando que simplemente la gente llegue.

No hay un evangelismo explosivo o de contacto y ya ni siquiera se le instruye a la gente sobre la forma de hacerlo. Obviamente se necesita una personalidad abierta y franca que no todos poseen.

Personalmente no ha sido mi fuerte, pero sí abordo a las personas que puedo, con amabilidad para en medio de la conversación sobre temas triviales tocar el que puede ser el más importante de sus vidas.

De hecho lo es, pero no todo el mundo está receptivo y luego de orar porque sea Dios abriendo el espacio, aprovecho el tiempo. Como digo no es de todos, pero sí sé de dos señoras de edad mediana que con mucha facilidad lo hacían cuando salíamos a campaña.

Obviamente no hay que extralimitarse, hasta hacer sentir incómodas a las personas, también he visto casos en que cogen contra las cuerdas – en términos boxísticos – a la gente hasta dejarlos vacunados de cualquier otra incursión.

Lo que sí es claro, es que se prefiere la comodidad de una silla abullonada en el auditorio a salir al campo de batalla. Esto, porque evidentemente es una batalla de carácter espiritual en el que la intervención de Dios es definitiva.  

Algunos sienten hasta miedo de dejarse ver como creyentes o a exponerse a una confrontación con la mentira del mundo. Es de anotar, que es importante estar formado y aunque no hace falta ser pastor o evangelista, sí es necesario saber de qué se habla.

Clara está la importancia del Espíritu Santo como moderador y enseñador de las verdades de Cristo. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” (2 Timoteo 1:8).

REFLEXIÓN: La Gran Comisión no se hace desde el banco de la iglesia!

REFLEXIONAR TRANSFORMA!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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