Todos los seres humanos e independiente de sus compromisos laborales o personales tiene una agenda a cumplir en esta vida. Una serie de eventos que comienzan el día de su concepción y terminan momentáneamente el día en que abandona este mundo.
Un listado de decisiones y acciones que determinarán su futuro eterno y de ahí la importancia de tomarlas y hacerlas adecuadamente. Guardadas las proporciones, el Señor Jesús también tenía su agenda aquí.
Si nos remitimos al relato bíblico, encontramos entre tantos ejemplos el día que tuvo su charla con la mujer samaritana. Ese no fue un encuentro fortuito, se encontraba en Judea y su destino era Galilea. Para llegar hasta allí, tenía la posibilidad de tomar otras dos rutas inclusive más cortas, pero algún propósito le esperaba en Sicar.
Encontrarse con esta mujer, dar una serie de lecciones a sus discípulos, a ella misma y a los aldeanos. De hecho era muy importante mostrar al judío en general, que Su Salvación estaba destinada a todo el que creyera y no sólo a ellos “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí” (Juan 4:9).
A los samaritanos y gentiles en general, pues la ley hasta ese momento la mostraba sólo para los judíos y sin querer abolirla, sino más bien confirmarla en términos de Gracia y no de obras.
Pero si regresamos a nuestro tiempo, es importante destacar que ese mensaje del Señor Jesús está más vigente que en ese entonces. Por aquel tiempo el periodo de la Iglesia apenas comenzaba, han pasado más de dos mil años y hoy estamos en el tiempo final.
Es imperativo compartir este mensaje a cada pueblo, lengua y nación; este fue el trabajo encomendado por el mismo Salvador a sus discípulos entonces y ahora es para usted y para mí como creyentes y seguidores de Cristo.
Es aún más apremiante para el incrédulo escucharlo, aceptarlo y apersonarse de lo que será, no solo su presente y futuro a corto plazo; sino ese futuro eterno que a todos y cada uno nos afectará.
No se trata de asumir que esto no le concierne a usted, que eso es sólo para los que van a un templo; se trata de esa importante cita que Dios ha agendado con cada ser humano. Todos, absolutamente todos estamos en la agenda del Señor.
No sólo ahora o en cualquier momento en vida, sino que creyentes e incrédulos, un día tendremos que dar cuenta de nuestras decisiones. Tal vez logremos salirnos por la tangente o cancelar uno o varios compromisos en este tiempo; pero nadie podrá evitar encontrarse con Él.
REFLEXIÓN: Así como la samaritana, usted también tiene una cita con Dios!
REFLEXIONAR EDIFICA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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