Mucho es lo que se ha escrito sobre la segunda guerra mundial y muchos los personajes que se desprenden de estos relatos. Otro tanto de la barbarie desencadenada por un desequilibrado que pasó por la primera y que halló eco en unos fanáticos para la segunda.
El zorro de hoy no es el de la serie de los años sesenta, se trata de un distinguido militar alemán que llegó a ser Mariscal por sus logros. Sus triunfos entre los que está la conquista del norte de África, le valió el apelativo de “el zorro del desierto”.
Queremos hacer un paralelo entre este general y otro reconocido militar del Antiguo Testamento. Se trata de Urías heteo, que no era general; pero sí un fiel soldado de David. Por lo que se lee de él, tampoco era cualquier recluta y estaba casado don Betsabé que era sobrina de Joab comandante del ejército.
Estos hombres fueron leales a sus comandantes y ambos murieron a manos de ellos mismos. A Romel, por ser tildado de conspirador en el atentado de Hitler y a Urías por ser el esposo de la mujer que tomó David.
El mariscal nunca estuvo de acuerdo con el tratamiento antisemita y a pesar de sus logros, tampoco vio posible ganar la guerra. Urías nada hizo salvo ser leal, pero su suerte estaba echada por el pecado de David.
Ambos fueron despedidos como grandes soldados, pero lo que no suena coherente es la respuesta a su lealtad. De Hitler cualquier cosa se podía esperar, al fin y al cabo era un egocéntrico desequilibrado; pero de un hombre al que se le llama “un conforme al corazón de Dios”?.
Lo que sí queda claro, es que el pecado hace presa de cualquiera y en cualquier momento. Hoy y como creyente experimento mis luchas y son parte del tratamiento que habré de llevar hasta que el Señor me llame.
La Biblia dice que “…el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Es toda una tarea salir adelante en este proceso, pero no es imposible “Velad y orad, para que no entréis en tentación” (Marcos 14:38).
Queda un dato interesante en los dos casos; uno es el que Romel no murió en la guerra, se le concedió la posibilidad de quitarse la vida y el otro es que Urías mismo fue el portador incauto de su orden de ejecución.
Así somos y la moraleja puede ser, que tanto creyentes como incrédulos, podemos ser traicionados por nuestra lealtad a hombres; pero nunca por seguir a Dios “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” (Deuteronomio 7:9).
REFLEXIÓN: Sólo una lealtad responde a nuestras expectativas y más allá, la del Señor!
REFLEXIONAR EDIFICA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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